Por: Rocío Gómez
La otra noche me dispuse a ver Granizo, la última película de Guillermo Francella que se estrenó en Netflix hace un par de semanas y rápidamente pasó a ser una de las más vistas en la plataforma de streaming. La sinopsis me pareció interesante: “un famoso meteorólogo de la televisión se convierte en el enemigo público número uno cuando falla al prevenir una terrible tormenta de granizo. Esto lo obligará a huir de la gran capital para encontrar refugio en su ciudad natal”. Básicamente me dio la sensación de que la cinta hablaría de la cultura de la cancelación, tan actual en esta época que vivimos.
Vi la película, y voy a tratar de no spoilearla a nadie que esté leyendo esto y no la haya visto, pero me veo en la obligación de decir que la cultura de la cancelación vista desde adentro que promete la sinopsis no aparece casi nunca, o al menos no en los parámetros que la conocemos hoy.
Al margen de la película, la sinopsis me hizo pensar en la cancelación, esta forma de “ostracismo o exclusión” a la que está expuesto aquel que hace algo que no cae bien o no está bien visto a los ojos de la mayoría. El individuo “cancelado”, generalmente un famoso, puede ser rechazado socialmente o boicoteado profesionalmente. Ejemplos abundan. El último y más conocido: el de Will Smith.
Al margen de la opinión que cada uno tenga sobre el golpe que le propinó a Chris Rock durante la ceremonia de entrega de los Oscar, el reciente ganador del -justamente- Oscar a Mejor Actor perdió varias oportunidades laborales por lo ocurrido en la noche que espera todo Hollywood: su película biográfica fue cancelada; la dirección de “Soy Leyenda 2” ya no quiere que salga en la cinta y le ofrecieron su papel a Michael B. Jordan; fue expulsado de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas y “Bell Air”, secuela de “Bell Air Prince”, está siendo destrozada por la crítica.
Sony canceló a Bad Boys 4 y Netflix hizo lo propio con la película Fast & Loose, donde Will Smith sería el protagonista. La Academia tardó un poco más pero su cancelación también llegó: hace unos días se anunció que el actor de Hombres de Negro fue vetado de los Oscar por 10 años.
Y no sólo eso, August Alsina, exnovio de Jada, lanzará un libro para vender la historia real del actor y su matrimonio, y los hermanos de Chris Rock lo buscan para vengarse por lo ocurrido. Luego de ser uno de los actores más buscados y solicitados, ahora ninguna productora desea trabajar con Will Smith para ningún tipo de proyecto. Ha sido cancelado. ¿Será éste el fin de su carrera? Francamente no lo sabemos, sólo podemos especular. ¿Es exagerada la reacción pública que le sigue al hecho, o es justificada? ¿Las disculpas públicas ya no sirven de nada?
Pasa que el actor en cuestión se disculpó a través de una publicación en su cuenta de Instagram pero ya era tarde, el daño estaba hecho. Chris Rock, por su parte, nunca se disculpó por el chiste que molestó visiblemente a Jada Smith, esposa de Will, razón por la que empezó todo este altercado. ¿No sería prudente también una disculpa de su parte?
Pasemos a un caso nacional que, como el de Will Smith, acaparó las horas televisivas y los debates en redes sociales: cuando saltó a la luz el escándalo Wanda Nara – Mauro Icardi – China Suárez, usuarios de las redes sociales fueron como abejas a la miel a las cuentas que tienen a la actriz de El Hilo Rojo como cara visible exigiendo el cese de las actividades de las marcas con ella, a raíz de lo que se conoció como el Icardigate o Wandagate.
Las masas que escriben en redes exigían la cancelación de la China por ser la “culpable” de “destruir” una familia, sumado a la idea popular que existe con respecto a su posición en la separación de Benjamín Vicuña y Carolina “Pampita” Ardohain. Todo lo que pasó en aquel famoso motorhome -o no- fue un largo tema de debate por aquellas épocas.
En los últimos días, los programas chimenteros anunciaron que la actriz perdió dos importantes auspiciantes luego de ser la tercera en discordia entre Nara e Icardi. Aparentemente, la cancelación hasta llega con efecto retardado.
Pero la cancelación no es algo inherente a esta época que atravesamos sino que es común a varias generaciones. Corría 1988 y en Hollywood aparecía una nueva estrella, Meg Ryan. La rubia, de rostro envidiable, era la nuera que toda suegra soñaba tener. Sus papeles protagónicos acompañaban esa imagen amable y dulce. Su fama fue creciendo de la mano de sus películas: en 1988 fue la protagonista de “Cuando Harry conoció a Sally” y comenzó a aparecer en toda comedia romántica que se filmara: como “Sintonía de amor” en 1993 y “Tienes un e-mail” de 1998. Meg Ryan era la reina de pantalla grande y en 1991 se había casado con el actor Dennis Quaid, con quien tuvo un hijo. Todo era idílico.
Hasta que llegó el 2000, cuando filmó junto a Russell Crowe la película “Prueba de vida” y se filtró el affaire que los protagonistas -ambos casados- tenían tras bambalinas. La aventura la llevó a divorciarse de Dennis Quaid y la infidelidad también hizo trizas su imagen: mientras que entre 1990 y 2000 filmó 17 películas, entre 2001 y 2016, sólo diez. En 2001, Ryan volvió a la comedia romántica con “Kate and Leopold”, pero lejos estuvo de ser un gran éxito y en 2015 debutó como directora con el film “Ithaca” pero la película pasó desapercibida y la crítica fue lapidaria. Aquella infidelidad significó el declive de su carrera y destrozó la imagen que se tenía de ella en la sociedad. Meg Ryan fue cancelada.
En 1966, Los Beatles estaban en el pico de su fama. Todo lo que tocaban convertían en éxito. El 4 de marzo de ese año, el Evening London Standard publicó un perfil de John Lennon escrito por la periodista Maureen Cleave. La nota era parte de una serie que se titulaba “¿Cómo vive un Beatle?”. En aquella entrevista, entre otras cosas, Lennon dijo la siguiente frase: “El cristianismo se está desvaneciendo y achicando. Va a desaparecer. No tengo que argumentar demasiado. Tengo razón y con el tiempo quedará demostrado. Nosotros somos más populares que Jesús. No sé qué va a desaparecer primero, si el rock o el cristianismo”.
La referencia era acerca de la popularidad de la iglesia en el Reino Unido por esa época. Cuando la nota vio la luz, no causó mayor revuelo en su tierra natal.
Sin embargo, un par de meses después, la banda de Liverpool llegaría a Estados Unidos y sus agentes de prensa ofrecieron a los medios locales algunas entrevistas hechas en Londres, como previa a su llegada. La revista Datebook publicó la nota y en su tapa puso la frase “No sé qué va a desaparecer primero, si el rock o el cristianismo”. El textual sólo sirvió para cancelar a una de las bandas más populares de la historia: más de 30 estaciones de radio sacaron la música de Los Beatles de su catálogo, se quemaron sus fotos y discos y sus conciertos fueron saboteados.
El 11 de agosto la banda llegó a Estados Unidos. Dieron una conferencia de prensa donde John Lennon dijo: “Supongo que si hubiera dicho que la televisión es más popular que Jesús no hubiera pasado nada. Estoy apenado por haber abierto la boca. No soy anti-Dios, ni anti-Jesús, ni antirreligión. En ningún momento se me cruzó por la cabeza pensar que éramos más importantes o mejores que Jesús”. Explicó lo evidente, que se había referido a la popularidad entre los jóvenes y a la decadencia del cristianismo. No fue suficiente.
Hicieron la gira pero de una manera tan incómoda que no volvieron a hacer giras después aquella en Estados Unidos. Nunca más.
Y si se cancela a Los Beatles, de ahí para abajo no se salva nadie.
En las últimas semanas, los usuarios en redes sociales colocaron a la cantante Doja Cat como tema de debate después su paso por Asunción, Paraguay. La rapera, una de las 10 artistas más escuchadas del mundo según Spotify, tenía una presentación en el estadio “Asunciónico” pero las malas condiciones climáticas obligaron a suspender el show. Sin importar el mal tiempo, muchos de sus fans se quedaron afuera de su hotel para conocerla, pedirle una foto, autógrafo y darle sus mensajes de apoyo.
Sin embargo, su fandom denunció que la estadounidense nunca mostró interés en conocer a sus fans paraguayos pese a la espera, aunque ella se defendió indicando que cuando salió para verlos, no había nadie esperándola. “Hubo una tormenta en Paraguay y el show se canceló. Cuando salí del hotel a la mañana siguiente, no había nadie en la puerta esperando por mí. Ni siquiera una”, fue el tuit de la cantante que encendió la polémica. “No lo lamento”, escribió luego. Aquellos que se consideraban sus fans mostraron un total rechazo contra la artista, dejando en claro que no van a continuar apoyando su carrera, además de pedirle que ya no vuelve a Latinoamérica, y menos a Paraguay. Cancelada.
Meg Ryan, Will Smith, Los Beatles, la China Suárez, Doja Cat, todos cancelados por distintos motivos y en diferentes circunstancias. En Argentina o en Estados Unidos, la cultura de la cancelación sigue tan vigente como siempre, según los parámetros que cada sociedad considere.
En Granizo -si llegaste hasta acá, aviso que hay spoilers- Guillermo Francella se pone el traje de héroe para salir del ostracismo que lo llevó hasta Córdoba por la cancelación. Como toda película, tiene un final feliz.
¿Cuál será el destino de los cancelados que no pueden escribir el guion de su película? Sólo el tiempo nos dirá.