Ahora que las aguas del COVID-19 parecen haber entrado afortunadamente en un largo remanso, no es momento de relajarse sino de mantener la guardia bien alta ante la otra gran amenaza sanitaria en Misiones: el dengue.
Es que antes de que el coronavirus se instalara en nuestras vidas, cabe recordar que la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti jaqueó de forma intermitente a la provincia. Al punto de que la Emergencia Epidemiológica y Sanitaria declarada por el Gobierno misionero en marzo de 2020 -y luego prorrogada sucesivamente- era prioritariamente por la amenaza del dengue a lo que se agregaba “y el coronavirus”.
Sin tanta “prensa”, quienes lo atravesaron conocen bien los graves efectos del dengue, que en determinados casos lleva incluso a la muerte. Y lo cierto es que el mosquito transmisor nunca se fue sino que las condiciones ambientales de la provincia lo invitan a quedarse.
Así, las intensas lluvias registradas durante varias semanas, combinadas con las temperaturas templadas características del otoño misionero, conllevan la probabilidad de que prolifere el Aedes no sólo en nuestro entorno sino directamente en nuestras casas.
A ello se suma la advertencia del director de Vigilancia y Control de Vectores de la Municipalidad de Posadas, Fabricio Tejerina, que refleja PRIMERA EDICIÓN en su edición de hoy, acerca de la creciente presencia de mosquitos, en la región y el país.
Por ello no es gratuita la advertencia para que todos aportemos nuestro pequeño gran grano de arena y hagamos de nuestro espacio vital (hogares y lugares de trabajo) el entorno lo más incómodo posible para el mosquito: limpiando patios, eliminando aguas estancadas y volteando recipientes que pueden ser potenciales criaderos de Aedes aegypti.
En nuestras manos está, una vez más, la llave del primer cerrojo para proteger nuestra propia salud: la prevención.