Roberto “Beto” Oporto (35) había comenzado a incursionar en el mundo de los camiones cuando un accidente truncó su sueño, y lo dejó en silla de ruedas. Tenía apenas 20 años. Con el paso del tiempo, pudo ir armando una nueva vida, gracias al fundamental apoyo de la familia, sobre todo de sus padres: Angélica y Roberto, y hermanos: Maggie y Ricardo, y de los más cercanos.
Después de un largo tiempo de rehabilitación, integró el equipo de básquetbol adaptado y desde hace tres años se abocó de lleno al arreglo de bicicletas y de sillas de ruedas.
Mientras se aprestaba a comenzar su jornada laboral, atendió a Ko´ape para contar su experiencia y llevar a la sociedad un mensaje motivador. “Empecé arreglando sillas de ruedas y anexé la bicicletería como para tener una entrada más, y gracias a Dios me va bien, tengo muchos clientes que me traen su silla, y les soluciono los problemas. Pero lo de la bicicleta es el fuerte en estos días”, comentó el joven que instaló su taller, al que denominó “El Rápido” -atiende de 9 a 12 y de 16 a 19, los sábados hasta el mediodía-, sobre avenida Zapiola casi Martín Fierro.
“Cuando empecé lo del arreglo de sillas no era tanto el movimiento, por eso anexé lo de la bicicletería. Desde que empecé me fue bastante bien, y por eso seguimos hasta hoy en día”, acotó, quien durante un año adquirió conocimientos sobre el arreglo de sillas con José Luis Gómez, creador, junto a su esposa, ambos docentes, de la Fundación “Solidaridad en Movimiento”. También estudió mecánica de autos y soldadura, porque en la Fundación “se necesitaba saber soldar para alguna reparación de silla de ruedas”.
Del tema de las bicicletas, tenía conocimientos previos porque antes las utilizaba con frecuencia. De todos modos, Oporto entiende que, por estos días, si uno tiene interés en aprender, se pueden encontrar muchos tutoriales en YouTube al respecto.
También valoró la actitud de los amigos del rubro, que siempre están dispuestos a dar una mano. “Por ahí, cuando tengo dudas o se me traba alguna cosa, les consulto, y ellos me ayudan”, dijo.
Unos años después del accidente, “lo conocí a José Luis, que ya se ocupaba de la reparación de sillas. Fue entonces que me enganché, fuimos reparando y aprendiendo. Ahí fue donde me di cuenta que la gente no tenía adonde llevarlas a reparar, entonces también empecé con esto”, acotó.
Es así que el local comercial se encuentra en un lugar estratégico, con mucho movimiento, y muchos clientes. “Es una zona en la que la gente usa bastante el rodado, además, hoy en día, ese uso se vio potenciado debido al aumento en el precio del combustible y la suba del pasaje de colectivos. Las que son más visibles son la rodado 29, que están de moda, son grandes y veloces. La gente que decidió comprarlas argumenta que son para poder ir a trabajar, para salir de paseo o practicar deportes”.
Acá Oporto arregla sillas de ruedas, actividad para la que posee cubiertas, ruedas delanteras, y lo necesario para realizar el service. En este caso, debido al uso, los rulemanes son los que más se rompen. También se ocupa del tapizado de asientos, que es lo que le resulta más fácil. En el sector bicicletería, tiene una diversidad de repuestos, como cámaras, cubiertas, coronas, piñones, frenos. También, hay quienes pasan a colocar un parque, o los que solicitan que les agregue aire a las cubiertas.
El día que cambió la vida
Hace quince años, “Beto” Oporto manejaba un camión, pero en el momento del hecho, no estaba trabajando, sino que el vehículo se encontraba detenido porque debía realizar el cambio de un elástico.
Estaba sumergido en la tarea, cuando el gato que sostenía semejante peso “se zafó” y el camión terminó cayendo sobre su espalda, aprisionando su cuerpo, produciendo la rotura de la médula espinal. Eso ocasionó que, de la cintura hacia abajo, ya no tuviera movilidad. “Eso pasó cuando tenía 20 años, en tiempos que se estaba construyendo el nuevo puerto de Posadas. Después de eso estuve un año con el tema de la rehabilitación y como tenía que realizar alguna actividad, opté por jugar al básquetbol en silla de ruedas. Practicando ese deporte fue donde conocí a los demás compañeros y también a José Luis, que había realizado un campeonato. Fue donde nos contactamos”, manifestó.
Explicó que lo de la práctica del básquet “fue por un tiempo, porque necesitaba hacer algo. Ese hecho fue algo que me cambió la vida y la de mi familia, necesitaba salir un poco de mi casa. Aparte juntarme con personas que tuvieran mis mismos problemas hizo que tomara contacto con la realidad y me venía bien para hacer algo, para salir un poco de la casa y no estar todo el día encerrado y pensando”.
Mirando hacia atrás, manifestó que logró superar en parte las consecuencias que trajo este percance. “Ya pasaron muchos años. Al romper la médula supe que no iba a caminar. Sé que lo que tengo es esta vida, pero pude volver a manejarme solo. Tengo mi vehículo adaptado, vivo con mi familia, pero soy bastante independiente, hasta donde puedo, hago las cosas solo”, comentó, y agregó: “pero tengo a mi esposa Rosana, y a mis dos nenas, Abigail y Melisa, que me ayudan”. En todo momento el acompañamiento de la familia “fue muy importante, en ese entonces, si ellos no estaban, quizás yo ya no estaría acá”, acotó, tajante.
Comentó que incursionar en el básquet “me encantó, pero como había campeonatos y había que viajar con frecuencia, con muchas horas de viaje, y como yo había arrancado con esta tarea, que te insume mucho tiempo, se me cortó un poco. En ese tiempo fuimos a jugar a provincias como Córdoba y Buenos Aires, y mediante eso conocí muchos lugares”.
Agregó que, por el tema de la pandemia, la actividad, como todo, sufrió una especie de parate, pero “creo que este año va a volver a arrancar todo el tema del básquet. Ya no voy a integrar porque esta tarea me insume mucho tiempo, además, hay compromisos con los que tengo que llegar a tiempo. De todos modos, siempre estamos en contacto”.
En el local, Oporto trabaja solo, “me arreglo solo, y si necesito una ayuda, tengo vecinos que están dispuestos a dar una mano. En la mayoría de los casos, la gente me contacta por el boca a boca, y llegan desde el interior de la provincia, de todos lados. La verdad que me hice muy conocido por ser el único acá, en Posadas”.
Mencionó que con José Luis Gómez “queremos que la gente vea que se pueden hacer cosas, que no por el hecho que uno se movilice en silla de ruedas, es impedimento para algo. Tenemos algunas carencias, pero las tratamos de resolver de otra manera. Quiero decir que se puede, que no hay que quedarse en la casa, aburriéndose ni pensando cosas malas”.