“El recuerdo de aquella noche no se nos va a borrar nunca y debido a la importancia que tuvo el Guayrá en aquella época nos parece interesante evocar”, expresaban a fines de abril de 2002 a PRIMERA EDICIÓN los tres únicos sobrevivientes entonces que podían todavía relatar las aventuras vividas antes del encallamiento del barco en la madrugada del 3 de mayo de 1949, hace 73 años.
Vicente Arzamendia (marinero), Ramón Florindo (ayudante de mozo) y Enrique García (timonel), tripulantes del barco, se reunieron días antes para recordar anécdotas sobre aquellos viajes en el buque que supo hacer decenas de viajes entre Corrientes, Posadas y Puerto Iguazú en una época en que la ruta nacional 12 todavía no estaba definida en su trazado.

Fue a fines de la década de 1940 cuando la motonave de origen escocés realizaba su cotidiano viaje de carga, de pasajeros (turistas en su mayoría) correspondencia y productos (yerba mate, naranjas, tabaco y maderas) entre la capital correntina, Posadas y Puerto Iguazú.
La ida a la ciudad del Norte misionero fue normal. A la vuelta había más de cien pasajeros, además de los 41 tripulantes habituales. “El 2 de mayo por la tarde teníamos que cargar yerba en Puerto Bemberg (actual Puerto Libertad), pero la inestabilidad del tiempo provocó que no lo hiciéramos y siguiéramos viaje a Eldorado, donde cargamos 200 jaulas de naranja ombligo”, recordó Arzamendia.
Podría haber sido peor
La última escala fue en el puerto de Caraguatay, donde se alzó correspondencia. “Cinco minutos después de zarpar, a la altura de Mboy-buzú, en Paraguay, se sintió la fuerza de los restos de piedras que llegaban desde costas paraguayas. A las 23 se incrustaron en el casco del Guayrá y ahí quedamos varados“, relató Arzamendia.
El hecho sucedió después de la medianoche del 3 de mayo. “El barco quedó atravesado en la corriente del Paraná y entonces comenzó el operativo salvataje, para la gente fue un verdadero escándalo, los gritos, las sirenas, las corridas en la cubierta sin rumbo y las órdenes eran muchas hasta que el barco se quedó sin luz y todo empeoró“, contó.
“Tomamos los botes salvavidas y se llevó a los pasajeros a la costa, después salió la tripulación, como debe ser”, indicó el sobreviviente.
Para antes del amanecer debían colocar cabos de tierra para evitar que el agua ingrese en grandes proporciones dentro de la nave. El operativo para impedir que se hunda el barco duró 45 días.
Los pasajeros siguieron viaje en el Cruz de Malta, otro barco de menor capacidad que existía en aquella época.
Luego de que hubo una bajante del agua del río, pudieron trabajar más cómodos y quedó en evidencia la magnitud de la afectación: “El casco quedó como un colador”, describieron.
Luego de aquel encallamiento, el Guayrá pudo seguir viaje asistido con las bombas de vapor y a gasoil hasta el puerto de Posadas.
Años más tarde, el histórico buque terminó su vida como consecuencia de un incendio.
Pasajeros y productos
En ese entonces, el Guayrá era el barco de pasajeros más grande de la zona y su encallamiento y posterior traslado al Sur, como hotel flotante en Puerto Pirámide (Chubut), hizo que se notara una gran falta de sus servicios en el Alto Paraná cuando llegaron los ómnibus que hacían el recorrido Posadas-Iguazú en 18 horas.
El Guayrá tenía una capacidad para 300 pasajeros, con camarotes de primera clase. Muchos lo elegían para pasar la luna de miel en él. Contaba con un amplio salón con un piano de cola, donde se hacían espectáculos a bordo, con un coqueto restaurante y buena cocina.
“Quienes viajaban en el Guayrá tenían un buen pasar económico, pero también era el único medio para llegar a Puerto Iguazú, teniendo en cuenta que la ruta 12 todavía no existía”, resaltó Vicente Arzamendia, quien en la época de sus viajes tenía 17 años y estaba embarcado como marinero.
La nave también realizó viajes hacia Corrientes, pero eran poco comunes: sólo ocurría cuando había crecientes.
La tripulación
Entre los tripulantes que fueron parte del viaje del encallamiento del Guayrá se recuerda al capitán Pedro López, a los jefes de ruta Inocencio “Togo” Almirón y “Chiquito” Salvado, los timoneles Fulgencio López y Mario Almada, los comisarios de a bordo Nicolás Martínez, Rodolfo “Chiquito” Dei Casteili yTabares Castillo.
También recuerdan al mayordomo Bernardino Guerrero, al primer mozo Juan Ramón Ríos, al contramaestre Venancio Báez y a los marineros Juan Fariña, Pedro Pascual Martínez, De Jesús Palma y Olazar.
Los maquinistas eran “EI Alemán” Foster y Carlos Salvo, los cocineros Estasquio Rivas Mora y Juan Gauna, los mozos Rodolfo Arce, Plácido Sotelo, Bernardo Florindo, Yunis Peralta y Arlindo Galeano.