En sus últimos encuentros con empresarios, con los que busca reforzar el apoyo presidencial a su continuidad como ministro, cuestionada por el kirchnerismo, Martín Guzmán enfatizó que la Argentina vive “una muy fuerte recuperación económica”. Sin embargo, los datos más recientes no sólo desmienten que la economía se esté expandiendo. También plantean dudas de que pueda crecer de aquí en más. Y un reciente estudio cuestiona incluso el alcance del rebote del año previo.
Ante el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp), Guzmán se jactó que el año pasado el PBI creció 10,3%, se crearon casi 1,2 millones de empleos, se redujo a 7% la desocupación y aumentaron fuertemente inversiones, importaciones y exportaciones, amén de afirmar que la economía “sigue pujante” y que sus fundamentos “vienen mejorando”.
Pero, ¿qué tan sostenible es la recuperación que se inició en 2021?, se pregunta el último tracking de actividad económica de PwC, elaborado por el equipo del economista jefe de la consultora, José María Segura. Es cierto, dice el informe, que en 2021 todos los componentes del PBI mostraron una variación interanual positiva, pero aunque el consumo privado avanzó 10,2% aún se encuentra en los niveles más bajos desde 2010.
La más reciente información del INDEC muestra a su vez que el rebote se frenó en el primer trimestre del año. La comparación interanual sigue dando positiva, pero en marzo la producción industrial cayó 1,2% y la construcción 4,1% respecto de febrero, y en abril se estancó en esos niveles, ya más bajos.
“El techo de generación de riqueza parecería haber caído estructuralmente a un nivel inferior al que existía en 2011/2018, cuando el nivel de actividad reptaba en torno a un nivel superior al que repta en 2018/2022. El actual nivel de actividad presenta una tendencia polinómica con forma de víbora, pero dentro de un marco de tendencia lineal descendente”, precisó en su último informe el economista Diego Giacomini. Ese reptar hacia abajo se refleja aún más claramente en la evolución de las ventas minoristas registradas por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Uno de los principales sectores industriales, el automotor, cayó en abril un 10,1%. Se trata del mismo sector de cuyo nivel de actividad el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se envaneció hace apenas una semana diciendo que en 2022 duplicará la producción de 2019, en el contexto de una recuperación industrial que calificó de “muy contundente”.
El último GPS económico de la oficina local de PwC revisó los datos de 2021 y cuestionó su robustez. Si bien la economía creció 10,3% respecto del 2020, precisa, el PBI se situó 1% por debajo del de 2019, y es el segundo más bajo (después de 2020) desde el año 2010.
Es cierto que en 2021 todos los componentes del PBI mostraron una variación interanual positiva, pero eso se debió básicamente a la bajísima base de comparación. Y del lado de la oferta el comportamiento fue muy desigual. Si bien respecto de 2020 el único que retrocedió fue el sector que el sistema de Cuentas Nacionales describe como “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura”, la comparación con 2019 arroja resultados decepcionantes.
No sólo el PBI fue menor, sino que de los 16 grandes sectores listados por el INDEC la actividad superó los niveles de 2019 en solo 4 (Industria Manufacturera, 7%; Comercio mayorista y minorista y reparaciones, 7%; Suministro de Electricidad y Agua, 5%; y Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, 2%), lo empardó en 1 (Intermediación financiera) y fue entre muy inferior en los restantes 11, con 4 casos donde la brecha fue de dos dígitos negativa: Restaurantes y Hoteles, cayó 37%, “otras actividades de servicios sociales, comunales y personales” 20%; Hogares con Servicio Doméstico, 16%; y Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones, 11 por ciento.
No parece ser una base amplia o sólida. Los datos de 2021 dejaron, eso sí, un “arrastre estadístico” de 4% para 2022, pero enero empezó con la sequía, que afectó la actividad agrícola y la provisión de energía, y el efecto Omicrom, que generó mayor ausentismo laboral. Y luego de la pausa de febrero, en marzo volvieron los datos negativos que, de continuar, jalonarían un crecimiento inferior al “arrastre”.
En adelante tampoco jugarán a favor los ingresos locales, limados por la inflación. El GPS de PwC recuerda al respecto que la mejora en el empleo a lo largo de 2021 “no tuvo su correlato en los ingresos” y precisa que la remuneración promedio de los trabajadores formales (Ripte, sigla de Remuneración Imponible Promedio del Trabajador Estable) declarados en forma continua los últimos trece meses está en términos reales en el nivel más bajo desde 2007; ergo, en el piso de los últimos 15 años.
La aceleración de la inflación (a 16,1% en el primer trimestre) pone en duda que en 2022 los ingresos le puedan empatar. Ingresos que deberán enjugar además el primer aumento significativo de tarifas de los últimos tres años.
Más allá de los estímulos que intente el Gobierno, concluye PwC, cabe esperar una desaceleración del consumo, hasta ahora sostenido por la decisión de gastar cuanto antes el dinero que llega a los bolsillos. Esto es, huir del peso.