Si bien son innumerables las campañas de concientización para prevenir las infecciones de transmisión sexual (ITS), según fuentes del Ministerio de Salud Pública consultadas por PRIMERA EDICIÓN, sigue siendo bajo el índice de niños y niñas de 11 años que se vacunan contra el Virus del Papiloma Humano (VPH).
Del 85% de la población que se espera llegar con la vacunación, sólo el 59% de las niñas y el 51% de los niños está vacunado contra el VPH en lo que va del año.
Al ser consultado por este Medio, el director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, Jorge Gutiérrez afirmó que “siempre fue una vacuna difícil, y no sólo a nivel provincial. Antes de la pandemia sí hemos llegado a la población esperada, pero luego del confinamiento los números vinieron abajo y no por falta de vacunas”.
Se trata de un índice alarmante ya que esa vacuna, desde el 2011, forma parte del calendario obligatorio de vacunación en el país para los niños y niñas de 11 años, y también considerando que el VPH es un paso previo del 95% de los casos de cáncer de cuello uterino en las mujeres, según la OMS.
A pesar que las cifras siguen bajas en la provincia, según Gutiérrez, se espera repuntar en la segunda mitad del año, “si se vacunan, las posibilidades de contagio son mínimas, y pensando en las mujeres, se evita ciertos tipos de VPH que están más vinculados al cáncer de cuello uterino”, explicó.
Múltiples factores
En este contexto, el director de Epidemiología remarcó que se trata de un tema complejo, ya que para entender la causa de los índices bajos, hay que considerar muchos factores, de diversa índole. La primera barrera tiene que ver con que de por sí, hay un sector de la población que se muestra reacio a la vacunación en general (algo que se vio con mucha fuerza en la pandemia).
Luego, hay una cuestión de género de por medio, ya que, como el cáncer de cuello uterino afecta únicamente a las mujeres, todavía hay familias que consideran que no es importante que un varón se vacune contra el VPH, siendo que éste se transmite por vía sexual, “nos está costando instalar que se trata de un problema de todos, no sólo de las mujeres, hay cierto machismo en ese sentido, cuesta empoderar a los varones para que se vacunen y así cuiden a las mujeres, que al fin y al cabo son las más afectadas por el virus”, afirmó.
Otro de los obstáculos está vinculado a que “los adolescentes de por sí son una población difícil que en general rechaza las cosas que le imponen; y a esta edad hay menos injerencia de los padres que cuando son niños”. En esa línea, y relacionado a ese último punto, explicó que todas las demás vacunas que se aplican a los 11 años (fiebre amarilla, triple bacteriana dTpa, hepatitis B); menos la del VPH son de refuerzo, es decir, es poca la concurrencia de vacunación a esa edad para todas las vacunas.
Asimismo, según su perspectiva, la educación sexual integral en las escuelas, debería abordar la problemática de manera más profunda, “muchas veces hacemos campañas de vacunación en las escuelas, y a pesar que tienen la autorización de los padres, los adolescentes mismos faltan”.
Finalmente, Gutiérrez explicó que también, entre los niños y la vacuna, está el factor religioso y cultural, ya que en muchos ámbitos sigue siendo un tabú pensar en el sexo y en los adolescentes como activos sexuales; por ende considerar útil la aplicación de la vacuna.
“Misiones y el Litoral en general tienen un alto nivel de cáncer de cuello uterino y lo vemos en personas muy jóvenes, eso indica una infección muy temprana y una iniciación temprana. Lo que pasa es que no se suele mirar a largo plazo y no está instalada todavía la peligrosidad que genera no vacunarse“, finalizó.