Carlos Rovira, presidente de la Legislatura de Misiones, dijo en el inicio del ciclo lectivo de la educación disruptiva que “este año vamos a trabajar muy fuerte en una ley que presentamos hace unos años, que es la eliminación del glifosato, uno de los elementos más dañinos del mundo. Uno de los venenos más nocivos que generó la industria. No vamos a discutir que sirvió para empujar un modelo de agricultura, pero a la luz del cambio climático, creo que sobran razones”.
El gobernador Oscar Herrera Ahuad lo reafirmó el 1º de mayo en la Legislatura, explicando que Misiones ya produce fertilizantes y herbicidas orgánicos, que se encuentran en etapa de prueba y luego se distribuirán para aplicar en todas las producciones.
El herbicida Roundup fue originalmente lanzado por la firma estadounidense Monsanto, que Bayer compró en 2018.
Desde su introducción, hace más de cuatro décadas, se ha vuelto uno de los herbicidas más populares del mundo, pero su sustancia activa, el glifosato, ha sido uno de los más polémicos, particularmente por su uso en América Latina.
¿Qué es el glifosato?
Como en muchos herbicidas de otras marcas, el glifosato es uno de los ingredientes activos de Roundup.
La compañía que lo introdujo al mercado en 1974 fue Monsanto, que tuvo la patente que hasta 2000. A partir de entonces, el producto pasó a ser vendido por otros fabricantes. El glifosato se usa en agricultura y silvicultura para el control de la maleza en áreas industriales, pero también se emplea en céspedes y jardines.
Su efecto sobre las plantas no es selectivo, lo que significa que mata a la mayoría de ellas cuando se aplica. Los agricultores lo rocían en los campos antes de que sus cultivos broten en primavera. Así no tienen que competir con las malezas de los alrededores.
Algunos también lo usan como un tratamiento previo a la cosecha, pues seca los cultivos y facilita la recolección. Hay cultivos como la soja que han sido genéticamente modificados para resistir al glifosato.
¿Qué efectos puede tener sobre la salud?
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud concluyó en 2015 que la substancia es “probablemente carcinógena para los humanos”. Pero la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) considera que el glifosato es seguro cuando se usa con precaución.
En 2016, un informe conjunto de la OMS y la ONU determinó que, si bien algunas investigaciones sugerían “alguna evidencia de una asociación positiva entre la exposición al glifosato y el riesgo de linfoma no Hodgkin”, el único estudio grande de alta calidad encontrado “no mostró evidencia de una asociación en cualquier nivel de exposición”.
Éste llegó a la conclusión de que “es poco probable que represente un riesgo carcinogénico para los humanos debido a la exposición a través de la dieta”.
Un estudio de 2016 de los Servicios del Medioambiente de Europa notó una creciente preocupación por el uso intensivo de glifosato, pues algunas plantas han desarrollado resistencia a él, lo que significa que los agricultores tienden a usar aún más.
La evidencia científica sigue estando lejos de ser concluyente, sin embargo, en 2018 un tribunal en California emitió el primer fallo vinculando Roundup al cáncer, otorgando a los demandantes una sustancial compensación.
Entre los litigantes se encontraba Dewayne Johnson, quien padecía un cáncer terminal diagnosticado en 2014. El jardinero utilizó decenas de veces herbicidas con glifosato de las marcas RangerPro y Roundup, comercializadas por Monsanto en EEUU.
El jurado de California determinó que los herbicidas de Monsanto contribuyeron “sustancialmente” a la enfermedad terminal de Johnson. Bayer, que compró Monsanto hace cuatro años por US$63.000 millones, niega que el glifosato sea cancerígeno.
¿Por qué es tan polémico en América Latina?
El glifosato se encuentra dentro de los herbicidas y pesticidas altamente peligrosos para las personas, animales y ecosistemas (HHP, por sus siglas en inglés), según las investigaciones de varias ONG y de autoridades reguladoras independientes.
La OMS y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) definen los HHP como “plaguicidas reconocidos por presentar niveles particularmente altos de peligros agudos o crónicos para la salud humana o el medio ambiente según los sistemas de clasificación internacionalmente aceptados”.
Estos peligros ambientales incluyen problemas como la contaminación de fuentes de agua o la “interrupción de las funciones del ecosistema”, como la polinización.
La mayor parte de los pesticidas y herbicidas perjudiciales para la salud y el medio ambiente se venden en países en desarrollo con miras a mejorar el rendimiento de cultivos en alta demanda, como la soja, o con el propósito de erradicación de cultivos ilícitos, como la coca.
Muchos países en América Latina tienen un largo historial de aplicación de herbicidas que contienen glifosato. Aunque algunos los han prohibido, varios otros continúan usándolos.
Demanda millonaria
Recientemente la empresa químico-farmacéutica alemana Bayer fue demandada por 10.900 millones de dólares en su herbicida marca Roundup por un componente que podría causar cáncer.
El producto en cuestión es el glifosato, que ha sido objeto de unas 125.000 demandas por los supuestos efectos cancerígenos. El bufete de abogados de Nueva York Weitz & Luxenberg dijo haber alcanzado el acuerdo en representación de casi 100.000 personas.
Bayer niega cualquier delito pero dijo que pagaría la suma para acabar con la “incertidumbre”. Como parte del acuerdo, la empresa declaró que pagaría hasta US$9.600 millones a los demandantes y pondría en reserva otros US$1.250 millones para cubrir cualquier demanda futura.
Fuente: BBC Mundo