El escritor y diplomático mexicano Carlos Fuentes, voz de la conciencia de todo un país, falleció en un hospital del Distrito Federal a los 83 años. Con él se fue un referente de la literatura en español y un símbolo del México contemporáneo.
Entre sus obras más celebradas se puede mencionar “Aura” y “La Muerte de Artemio Cruz”, aunque su fama puertas afuera de América latina se la debe a “Gringo Viejo”, trasladada a la pantalla gigante a través de dos históricos del cine: Gregory Peck y Jane Fonda.
Fue de las figuras más sólidas de la literatura latinoamericana, por su vasta producción como escritor pero también como ensayista que reflexionó a fondo sobre la cultura regional y mexicana, además de ser uno de los acuñadores del término “boom latinoamericano”.
Carlos Fuentes fue uno de los integrantes centrales de ese “movimiento”, junto con Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar… Y también integra la larga lista de autores merecedores del Premio Nobel que -como su admirado Jorge Luis Borges- no llegaron a recibir ese máximo galardón.
Hasta su muerte Fuentes se mantuvo activo a pesar de su avanzada edad, trabajando en su último libro, un relato de sus memorias de juventud que quedó pendiente. Pocos meses antes había participado en la 38ª de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, ciudad donde pasó buena parte de su adolescencia.
“Crecí viajando, mis padres eran diplomáticos del servicio exterior mexicano, conocí muchas partes del mundo”, dijo en alguna ocasión.