Su aplicación es de lo más sencilla, pero debemos tener en cuenta diferentes aspectos. Si nos lavamos la cara de forma aislada directamente mojamos la cara con agua fría, aplicamos el producto de limpieza y repetimos el proceso. Si optamos por lavamos la cara en la ducha, podemos aprovechar ese agua fría también para tratar la piel del cuerpo porque ayudará a reducir visiblemente las estrías y la celulitis –una afección de la piel de la que desconocemos muchos aspectos–.
Para ello, empezaremos mojando con agua fría los pies y la pasaremos rápido hacia la cara. Es importante que este proceso no dure más de 15 segundos las primeras veces. Después podremos alargar el tiempo de ducha fría hasta dos minutos para tonificar la piel del core y el abdomen.
Siguiendo estos consejos, lograrás ver los beneficios de la aplicación del agua fría en la piel en cuestión de poco tiempo.
Les recuerdo que hablamos ya del tema pero es tan importante y beneficiosa que acá les comparto más información científica que dice: Bebemos agua fría y nos lavamos con agua caliente. Y por motivos de salud y belleza deberíamos empezar a hacer justo lo contrario. Como la hidroterapia ha demostrado, éste liquido puede tener innumerables beneficios que, entre otras cosas, dependen también de su temperatura.
Uno de los más firmes defensores del poder del agua fría fue Sebastian Kneipp (1821-1897), sacerdote y médico naturista alemán que escribió un tratado sobre el H2O y sus usos medicinales. De familia humilde, Kneipp enfermó en su juventud de tuberculosis.
A pesar de que los médicos lo desahuciaron, este joven estudiante de teología encontró en una biblioteca de Munich un tratado del médico Johann Seigmund Hahn que empezó a poner en práctica consigo mismo, ya que no tenía nada que perder.
El tratamiento incluía baños en el agua fría del Danubio o caminatas por la montaña con los pies descalzos sobre el rocío de la mañana. Contrariamente a todo pronóstico, Kneipp no se murió de pulmonía, sino que se curó y vivió 50 años más de lo que le habían pronosticado.
José Vicente Lajo Plaza, director del Centro Médico Estético Lajo Plaza, en Madrid, aseguró que “para la piel siempre es más aconsejable el frío que el calor, como demuestran los cutis de las mujeres nórdicas frente a las pieles de países cálidos”.
Teoría que corrobora Estrella Pujol, directora del centro de belleza Oxigen, en Barcelona, “el agua fría es beneficiosa en varios aspectos: es muy estimulante, nos despierta, activa la circulación, aumenta el metabolismo –en el proceso de regulación de la temperatura, el cuerpo quema calorías- y tonifica piel y músculos. El agua caliente, por el contrario, deshidrata más y elimina la grasa natural de la piel, que actúa de barrera protectora, lo que favorece la aparición de problemas dérmicos como eccemas o irritaciones”. (Fuente: smoda.elpais.com)