María Adhelma Carrattini trabajó siempre como docente en diferentes lugares, también estudió mucho así que confiesa que “no tenía tiempo para cuidar a ningún perro” y tenía planes a largo plazo “decidí tener una salchi cuando me jubilara”.
“Maia nació el 26 de abril de 2018, me la trajeron en mayo. Busqué nombres cortos y entre 15 elegí Maia”.
Esta salchicha negra “es malcriada por toda la familia. Antes que mis hijos se acerquen al portón de la escalera, ella corre desde el balcón hasta donde estoy con un ladrido muy particular para avisarme que alguien de la familia está llegando. Apenas abro la reja de la puerta sale y llora como si les contara algo, se hace pis de la emoción. Hay que alzarla y mimarla. Enloquece, sube y baja del sofá por una rampa que le hice para cuidarte la columna”, así de mimada es. Hasta hace poco dormía con María Adhelma todas las noches, pero ahora sólo algunas noches.
“No rompe nada, pero si algo cae al suelo, lo levanta, sube al sofá y me muestra como diciendo: ‘mirá lo que tengo’. No me permite sacarle, con engaños consigo que baje y le retiro el objeto”, algo que le recuerda a su dueña el primer susto que le dio.
“Fue cuando se tragó algo y vomitó, no pude saber qué era y se lo llevé al veterinario. Era una bolsita de nylon. Hubo que hacerle una ecografía por si había algo más, y había si. Le dieron algo para que despidiera lo que tenía adentro y luego otra ecografía para control”.
Y otro día me mostraba que tenía algo brillante entre los dientes y era: ¡UN ALFILER!!”, recuerda espantada. Fue toda una historia para q lo suelte sin tragarlo. “¡Es tremenda!”. “Todas las mañanas me saluda con latidos y me pide uno de sus juguetes. Le muestro, elige uno, lo esconde en el lugar más difícil de sacarlo y llora hasta que se lo doy.
Si salimos a caminar, ella elige el camino. No le gustan las ropas, solo una vez se dejó poner una, pero le duró puesta lo suficiente como para una foto. Invierno o verano se tapa para dormir, toma sol a la siesta así hagan 40 grados. Después entra y duerme la siesta religiosamente siempre a la misma hora. Así es Maia, “tremenda” y cariñosa. ¡Gracias María por compartir! (R.T.)