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Como parte de la Semana Mundial de la Alergia, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) junto con la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) realizaron una jornada sobre dermatitis atópica. Esta enfermedad crónica a inflamatoria, provoca una picazón intensa, irritación, dolor y enrojecimiento en la piel. En su prevalencia, un 25% de los casos se dan en niños y el 85% de las primeras señales aparecen antes de los 5 años.
La jefa de la sección Dermatología Infantojuvenil del Servicio de Dermatología del Hospital Italiano de Buenos Aires y coordinadora del grupo de trabajo de dermatitis atópica de la Sociedad Argentina de Dermatología, María Valeria Angles, explicó que “es más frecuente en la infancia”, aunque “se están diagnosticando cada vez más casos en adultos”.
Aclaró que en la piel “tiene una distribución característica, pero muchas veces no”. En general, indicó que en los pacientes “hay antecedentes familiares de otras enfermedades alérgicas, como asma y rinitis”. Con pocos estudios hechos en la población acerca de la dermatitis atópica, “en uno de los últimos publicados fue en el 2021 y entre los 18 países participantes estuvo la Argentina. En la prevalencia global, es de un 10%”.
La doctora Angles compartió que “nuestros trabajos epidemiológicos en adultos nos arrojaron un 3% de esta enfermedad. Entre el 20 y el 30% se asocian a otras manifestaciones, como asma y rinitis. Entre el 40 y 60% ha sido ausente de otras enfermedades atópicas”.
Respecto a la aparición de síntomas, “el 65% va a debutar en el primer año de vida y un 85% antes de los cinco años de edad. Entre un 10 y un 30% de los pacientes con dermatitis atópica van a persistir en la adultez”.
La mayoría de los casos, casi el 73% son leves, un 23% son moderados y sólo un pequeño porcentaje son severos (1,50%). En el estudio del Hospital Italiano, “encontramos como comorbilidad asociada más frecuentemente a la rinitis y entre las enfermedades que no eran atópicas la obesidad”, contó María Valeria Angles.
En la parte pediátrica, “las manifestaciones cutáneas tienen una fase infantil, de cero a dos años, donde las lesiones van a predominar en eccemas en las mejillas, la panza, son zonas específicas. En los niños, las lesiones se van a localizar más en los pies. En los adolescentes, van a tener una presentación parecida a los adultos, con el agregado de cara y cuello”.
Un impacto al bolsillo
Por su parte, la médica especialista en Dermatología y Alergia e Inmunología, Marta Patricia La Forgia, enumeró entre las complicaciones al insomnio, enfermedades psiquiátricas, complicaciones por el uso prolongado de corticoides sistémicos.
A los pacientes, “se sugiera el uso de humectantes, generosos, en todo el cuerpo. Para el baño, deben usar detergentes sintéticos, son barras blancas que sirven para bañarse, pero químicamente no son jabones. Para la piel, que es decididamente ácida, estos jabones son alcalinos de acuerdo al Ph”, añadió. Este sistema de restauración, para prevenir la inflamación, “puede comprender más de un producto, con varios ingredientes y sostenidos en el tiempo”.
Lamentó que el tratamiento del cuidado de la piel “es carísimo y no lo cubre ninguna medicina social. Así que de entrada empezamos mal, con una indicación que altera el presupuesto de cualquier paciente”.
La primera recomendación, para las formas leves y moderadas, “son los antinflamatorios locales, cremas directas para lugares donde está la inflamación. Los primeros, son los corticoides, puestos en poca cantidad, una vez al día, con uso espaciado y sostenido en el tiempo, para evitar lesión en la piel”.
“Había noches en las que no podía dormir”
Entre los testimonios de pacientes en tratamiento, a Lucas (23) lo diagnosticaron con dermatitis atópica hace 10 años. Recordó que “todo comenzó con alergias en la piel” y para llegar a un diagnóstico certero “pasé por entre seis a 7 especialistas, pero nada en concreto”. Contó que, por la picazón y la irritación de la piel, “había noches en las que no podía dormir”. Al ir creciendo, este problema generó un impacto por tener una piel que supuraba y sangraba constantemente.
Por su parte, Jonathan (32) explicó que “me diagnosticaron la dermatitis a los 19, pero la padezco desde el nacimiento. Durante el primer año de vida, mis papás me dijeron que en el cuello se comenzó a formar una piel parecida a un cocodrilo, por lo seco”. Al ir al pediatra y al no tener un conocimiento específico, “lo primero que me dio fue corticoide tópico. A los 3 años, me diagnosticaron una alergia a los ácaros, no tenía que estar en contacto con la tierra, los pelos de animales”.
Hasta la adolescencia, “la única solución ante un brote era el corticoide tópico, pero llegó un momento en que no funcionaba más”. Con un tratamiento con cremas, indicó que “no son fáciles de conseguir, muy caras y en ese momento no se conseguían”.
Jonathan de 32 años, paciente con dermatitis atópica, charla en la Semana Mundial de la Alergia.
La Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) junto con la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) realizaron una jornada sobre dermatitis atópica. pic.twitter.com/oYfH1xzFbI— Primera Edición (@primeraedicionw) June 13, 2022
Entre sábanas ensangrentadas
Con un tratamiento con inyectables “tampoco veía cambios y así estuve 9 años, con vacunas pagadas por mi bolsillo, porque no tenía cobertura”, contó Jonathan sobre su dermatitis atópica.
Aseguró que “el uso de los corticoides me terminó afectando la vida. Fui al oftalmólogo a los 30 años y me descubrieron una catarata en ojo derecho y complicado el izquierdo, por el consumo de corticoide”.
Llegó a un punto donde “dije basta de estar todo el día rascándome, levantarme con las sábanas ensangrentadas, la cara partida. Me daba vergüenza salir a la calle y no podía relacionarme con otra persona”.
Finalmente, encontró especialistas con nuevas herramientas y a partir de ese momento “cambió mi vida y vi resultados para seguir con un tratamiento”. Hoy, junto a otros pacientes integran una Asociación.