Detalle, precisión, prolijidad, perfección, caracterizan a los más de 400 dibujos que contienen los álbumes de la autoría del docente de dibujo y pintura, Sergio Marcelo Allende (55). Los trabajos refieren, particularmente, a la aviación, pero también a autos de carrera y aves. “Esto es una terapia, la cuestión es hacer algo para pasar el tiempo, desconectarse haciendo algo que a uno le gusta”, manifestó, quien se recibió de profesor en 1990 y no pudo dibujar prácticamente en todo este período porque “me dediqué a full a la docencia”. Desde el inicio de su carrera, impartió clases en cuatro o a siete instituciones de Posadas, al mismo tiempo.
Sostuvo que “el tiempo no alcanza para dedicarse al arte. Estuve enfocado en el trabajo, y comencé a dibujar por hacer algo, por haber visto dibujos de aviones en las redes sociales, y recordé cosas que hacía antes, cuando dibujaba motos”.
Se embarcó en esta aventura, y con el correr del tiempo se fue perfeccionado. “Me largué, y fui adquiriendo más técnicas, empecé a investigar acerca de materiales específicos, distintos tipos de grafito, lápices mecánicos, gomas de borrar específicas, papeles de mejor calidad. Empecé dibujando en papeles de 150 gramos por metro cuadrado y ahora estoy usando cartulinas de 280 gramos por metro cuadrado. Y es está a la vista cómo mejora la calidad”, señaló el nacido en Río Negro, pero residente en la capital provincial desde que cumplió un año.
Indicó que este hobby, implica tiempo y paciencia, y que no hay otro secreto. “Hay trabajos que para terminarlos me llevan tres semanas, otros, dependiendo de la cantidad de detalles que uno le pone al dibujo, salen más rápido, tres, cuatro o cinco días”, acotó.
Allende explicó que su trabajo consiste en copiar “el típico dibujo a escala, por cuadrícula. En base a la cantidad de grillas que meto en la hoja, me permite lograr una mayor cantidad de detalles. Trabajo con fotografías pasabas a blanco y negro para tener, más que nada, referencias a escala de valores. Y de ahí en más, tranquilo, computadora, zoom del 300 o 200% para ver bien de cerca, un buen velador en la mesa del comedor, y música de la década del 80 y del 90 para desconectar. Esa es la música con la que uno disfrutó en su adolescencia es la mejor de todas”.
Ahora trabaja desde su casa del barrio Itaembé Miní, pero desde el 2017 al 2021, dibujaba en la escuela mientras los alumnos realizaban sus tareas. En ocasiones, estaba trabajando y, sin darse cuenta, tenía a seis o siete alumnos admirando su obra. Esa situación daba pie para que “ellos también se largaban a dibujar con grafito en blanco y negro. Yo le facilitaba los lápices, les prestaba hisopos para esfumar los trazos del grafito, y salían lindas cosas. Era una manera, también, de despertar la creatividad de los chicos, que muchas veces sorprenden”.
Como profesor, Allende les recalcaba que “a dibujar se aprende dibujando. Es frustrante al principio porque cuando no sale, se tiran los bollos de papel en varias ocasiones, pero Dalí decía que: el dibujo es la forma de arte más noble porque no permite mentiras, no permite adulteraciones. O es bueno, o es malo. Y a mí, al principio, me pasaba eso”.
Fueron 32 años de docencia, siempre como profesor de dibujo o plástica. Comenzó a trabajar en el Liceo Naval Militar “Almirante Storni”; en el Instituto Montoya, con la cátedra “Historia del Arte”; en la Escuela 219; en la N°1 “Martín de Moussy”; en el Instituto “Madre de la Misericordia”, y la Escuela Normal Mixta.
Ahora trabaja desde su casa del barrio Itaembé Miní, pero desde el 2017 al 2021, dibujaba en la escuela mientras los alumnos realizaban sus tareas. En ocasiones, estaba trabajando y, sin darse cuenta, tenía a seis o siete alumnos admirando su obra. Esa situación daba pie para que “ellos también se largaban a dibujar con grafito en blanco y negro. Yo le facilitaba los lápices, les prestaba hisopos para esfumar los trazos del grafito, y salían lindas cosas. Era una manera, también, de despertar la creatividad de los chicos, que muchas veces sorprenden”.
Como profesor, Allende les recalcaba que “a dibujar se aprende dibujando. Es frustrante al principio porque cuando no sale, se tiran los bollos de papel en varias ocasiones, pero Dalí decía que: el dibujo es la forma de arte más noble porque no permite mentiras, no permite adulteraciones. O es bueno, o es malo. Y a mí, al principio, me pasaba eso”.
El primer dibujo que realizó fue un Finger de la Fuerza Aérea Argentina, en 2017, en papel húsares de 150 gramos y, el último, en 2021, en papel importado y con mejores elementos de trabajo, por lo general, todo importado: grafito de polímero de 0,5 o 0,3 milímetros, lápices mecánicos de 0,3 milímetros. “Entre ambos se puede comparar el desarrollo de técnicas, tiempo invertido, paciencia, mejores materiales. Es práctica, práctica, práctica, y los resultados vienen solos”, sentenció, quien se define “hiperactivo”.
Entiende que esta es una tarea que hay que desarrollarla cuando uno tiene ganas, cuando viene la inspiración. “La disposición y las ganas para trabajar no se dan durante las 24 horas, pero acá, en casa, generalmente trabajo por la mañana, a la siesta, o cuando la casa queda en silencio. También por la madrugada. Son siete u ocho horas diarias”, dijo, al tiempo que recalcó que “hago lo que me pidan. Hay algo de fauna, pero se destacan los aviones militares y comerciales, que es lo que más me gusta, y comparto en las redes sociales. Es que, si lo miro sólo yo, no sirve, si lo hago público, lo ven muchos y surgen cosas”.
La fotografía también es un hobby en la vida de Allende. Empezó sacando fotografías de aviones. “Cuando no tengo qué hacer, voy a tomar unos mates al aeroclub y a sacar fotos. Hay bastante movimiento, más la parte militar, siempre hay algo para sacar”. De igual manera, se fue dando lo de las aves.
Cuando no tiene nada que hacer, “dibujo un pájaro, con técnicas mixtas, grafito, lápices de colores, microfibras de tinta pigmentada de 0,05, marcadores acrílicos blancos para resaltar los brillos. Lo de las aves, como en todas las cosas, es práctica. Estando en el monte o en el pastizal en tantas oportunidades, aprendes a identificar y llegas al límite de no necesitar ver a un ave para saber cuál es, solamente por su canto”. Lo experimentó en el gran Posadas, desde la boca del arroyo Itaembé, hasta la boca del arroyo Garupá, cuando, con otros aficionados, logró un registro de 291 especies.
Trasciende fronteras
Con frecuencia, desde el exterior, se ponen en contacto con Allende para solicitar trabajos que se plasman en tapas de libros, “así que les envío el dibujo a cambio de ejemplares, y queda esa satisfacción de decir ¡mirá adonde terminó mi dibujo!”. Una de las solicitudes correspondió al libro del centenario de la aviación militar de Ecuador y para varias monografías de Jorge Núñez Padín -creador de colecciones especializadas en temas de aviación comercial y militar-, con ilustraciones puntuales de aviones específicos. Asimismo, sirvió para ilustrar la tapa de otro libro, que se publicó en Inglaterra sobre el Curtiss P-40, que volaba en el Norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. En esa instancia, trabajó en conjunto con el ilustrador chileno Rodrigo Barraza. “Él hacía los perfiles digitales en color y pidió que lo acompañara para ilustrar la tapa del libro con un dibujo mío. Me pasó la matrícula del avión, elegí, hice dos bocetos, eligieron y publicaron”, refirió Allende, a quien los aviones “me apasionan desde chiquito. No pude ser piloto por cuestiones de la vida y por tratarse de una carrera muy cara. Tengo un compañero de la escuela primaria y secundaria, que está volando en Qatar, con quien mantengo contacto permanente”.
Se aprende dibujando
Para Allende, Arte “es la materia que sirve para desconectarse. Ayuda mucho para el desarrollo del estudiante. Como docente no podía pretender lograr un determinado nivel de exigencia con los chicos porque no a todos les gustaba, entonces tenía que ser prudente y tratar de incentivar al que le costaba y no adular mucho al que tenía facilidades. Había que nivelar para arriba y para abajo, y mantenerlos a todos en la misma línea, que sientan satisfacción por lo que hacen. No hay otro secreto”. A sus alumnos les decía que “a dibujar se aprende dibujando, no esperes que te salga si no lo hacés. Hacé uno, y si no salió, no importa. Hacé dos, tres, cuatro, y vos mismo vas a ir viendo la evolución. Muchas veces para corregir los trabajos, les decía fíjate, no me entregues hoy, dame la semana que viene, probá, hacé otro. Cuando esté mejor, entregame. En lugar de sacar un cinco, se iba con un diez, y súper contento”, graficó, quien también arma los kits de maquetas de aviones.
Tejiendo redes
Confió que, desde el inconmensurable universo de las redes sociales, siempre recibe invitaciones para participar en grupos y compartir técnicas. Así terminó, por ejemplo, en un grupo de ilustradores de Pakistán, y en otro de Brasil, donde comparten trabajos, información, técnicas, fotografías de los avances de los trabajos de cada uno. En ese contexto, “se van dando cosas. Se enriquece muchísimo”.
Relató que los primeros trabajos fueron hechos con lápiz común, ese que uno consigue en la librería del barrio, pero que “uno comienza a investigar, te sugieren probar distintas marcas, tal papel, de más de 300 gramos por metro cuadrado que te permite borrar sin problemas en caso de equivocarte y poder seguir trabajando mientras no se lastime la superficie del papel y no toque con la grasa de la piel”.
Agregó que, en el grupo de ilustradores de Brasil, se realizan desafíos. El último que hicieron fue dibujar el Boeing 747-400 que volaba Bruce Dickinson, el vocalista de la banda de rock Iron Maiden. Dos semanas después de recibir la consigna, todos los archivos debían estar publicados. Y ahí comenzó el debate. ¿Cómo hiciste? ¿qué lápiz usaste?, ¿cómo hiciste las nubes? Allende les aseguró que no las dibujaba, y tuvo que filmar el proceso para que le creyeran. “Sombreo el fondo con pincel y grafito. Ensuciar el pincel con grafito y manchar el fondo. Y la goma de borrar hace el resto. Va borrando y resaltando el blanco. Es práctica, práctica y práctica”, les explicó el creativo. Y añadió que cada uno de los miembros del grupo “fue dibujando el avión en su estilo. Hay gente que hizo el perfil digital en color, otro que hizo caricatura y yo hice mi estilo, en grafito -del grafito no me saques, porque estoy cómodo-”.