Texto e imágenes:
Colaboración Walter Faviere
¡Buenas! ¡De nuevo por acá! Si recuerdan el domingo pasado, mientras visitábamos la reducción de Trinidad, nos habían recomendado pasar por la reducción jesuítica guaraní de Jesús de Tavarangue. Así que renovamos la yerba del mate y salimos hacia este destino.
De Trinidad fuimos directo por el camino de acceso, hasta la ruta Sexta, y tras recorrer unos 300 metros rumbo a Ciudad del Este, giramos a la izquierda en la ruta de acceso a Tavarangue, la que si bien es angosta está en buen estado, con algunas curvas cerradas.
Luego de 11 kilómetros llegamos a destino y mate en mano presentamos la entrada (que les recuerdo vale por 72 horas para recorrer las tres reducciones) y nos recibió Liz, quien de inmediato comenzó a contarnos la historia de la reducción mientras caminábamos por un sendero.
Tavarangue deriva de las palabras guaraníes Tava=Pueblo, rangue=que pudo ser. Desde el sendero de piedra rodeado de césped muy bien cuidado, vamos viendo como de entre árboles va apareciendo parte de la construcción del templo principal. En el límite de una hilera de árboles, Liz terminó de explicarnos los detalles de la reducción y nos dejó libres para recorrer a nuestro gusto el lugar, no sin antes recordarnos que a las 18 horas (por ser invierno) hay una proyección de video mapping 3D.
Comenzamos a recorrer el predio y notamos que está en un lugar muy alto desde donde se puede apreciar el hermoso paisaje que lo rodea. Entramos primero a lo que hubiera sido el templo. El atardecer ya estaba comenzando y desde sus ventanas se veían los últimos rayos de sol, lo que nos dio mucha calma.
En el interior pudimos apreciar columnas de más de un metro de diámetro y paredes que superan ampliamente los 10 metros de altura. De haberse terminado la construcción habría sido un lugar muy grande. Como la torre al costado que, según nos contó Liz, era para comunicarse con Trinidad.
Una vez en el exterior, recorrimos los otros lugares de la reducción. Como no llegó a construirse por completo, están sólo los cimientos en su mayoría. Sólo al fondo, junto al templo, está lo que fue la residencia de los padres jesuitas, que serían dos piezas, más unas seis aulas del colegio, el comedor y una cocina, todo muy bien conservado y restaurado. Seguimos recorriendo y vimos los cimientos de lo que hubieran sido los talleres de oficios.
Luego del paseo, volvimos a la entrada para comenzar el breve recorrido que nos llevaría al templo para disfrutar del video mapping. Para ello, Liz se reunió con Lira y juntas nos llevaron a la luz de un farol a querosene, a recorrer la historia contada tanto en guaraní como en castellano.
“La Misión de Jesús fue fundada en el año 1685…” comenzó Lira en guaraní. De la oscuridad que nos rodeaba comenzamos a ver lo que parecía un altar. ¡Cómo, si eso no estaba allí? Y así, como por arte de magia, tecnología a través del video mapping 3D nos llevó atrás en el tiempo y en la pared d fondo del templo vimos un hermoso altar con imágenes de santos. Perfecto, casi real.
La música nativa nos envolvía en el ambiente de la época y nos sumergimos en la historia, la vivimos. Imposible transmitir con palabras las sensaciones y sentimientos que despertaron en nosotros, sólo puedo decir ¡hay que estar allí! Luego de casi quince minutos de este viaje en el tiempo, por poco nos olvidamos que aún nos quedaba la visita nocturna a Trinidad.
Ante la duda de si llegaríamos, Ana, encargada del lugar nos tranquilizó y aseguró que teníamos tiempo y cuánta razón tenía. Resulta que la visita a ambas reducciones están organizadas a la perfección, insisto ¡hay que ir! Dejamos atrás Tavarangue. Fue una visita muy corta para todo lo que ofrece. Prometemos volver. A todo esto, se nos enfrió el mate.
El pueblo que pudo ser
El pueblo de Jesús de Tavarangue fue fundado en el año 1685 por el padre jesuita Jerónimo Delfín a orillas del río Monday, en lo que era la antigua provincia jesuita de Paraguay o Paracuaria, donde se encuentran las famosas misiones jesuíticas guaraníes, tierras consideradas como el Yvy marane’y, “la tierra sin mal”.
Imagínense un día en las misiones. Iniciaba con la salida del sol. Iluminados por la luz del bien, miles de guaraníes perfectamente organizados iniciaban sus labores, los hijos de los caciques iban en las escuelas, los demás niños acompañaban a sus padres al campo, las mujeres hilaban, tejían, fabricaban canastos, buscaban agua del ycuá, cuidaban de la casa y de los niños, mientras que los hombres cazaban, pescaban, recolectaban miel y fabricaban instrumentos musicales. En las noches se reunían alrededor de la fogata, cantaban, bailaban y compartían tragos de chicha.
La misión de Jesús se preparaba para ser igual a las otras misiones. Más de tres mil pobladores con ansias de terminar el templo, el colegio y las demás instalaciones, pero lastimosamente ese día no llegó, la obra paró con la expulsión de los jesuitas.
Obra teatral: “TAVA”
TAVA es una obra situada en la época de las misiones jesuíticas (siglos XVII y XVIII), en la cual el teatro, la música, la danza, la expresión corporal y el video mapping, se conjugan para darle el espíritu necesario y místico.
La historia muestra el lazo genuino y noble que se formó entre jesuitas y nativos. Las primeras reacciones, la confianza que se consolida mediante Dios y finalmente el adiós que duele.
Los intérpretes son pobladores locales que se formaron desde cero mediante un laboratorio de creación, construcción y formación teatral, donde descubrieron paso a paso el mundo del teatro y esa es la esencia maravillosa que hace aún más meritoria y rica la puesta en escena.