Mejor infraestructura, mejores controles y el factor humano, que combina una mayor pericia en la conducción y un mayor cumplimiento de las normas. Esas son las tres “patas” sobre las que, según coinciden los especialistas en tránsito, se asienta toda política de seguridad vial que busque revertir las dramáticas cifras de siniestralidad y mortalidad que año tras año exhiben el país y la provincia.
En Misiones, se verifica de forma creciente y sin pausa la mejora en la calidad de las rutas y los caminos; y también un incremento en la cantidad de estrategias de fiscalización, que según las autoridades se tradujo en los últimos tiempos en una disminución de siniestros y fallecidos gracias al funcionamiento de radares, fotomultas y otros mecanismos.
Así, pese a las carencias existentes aún en ambos aspectos, es en el tercero donde todavía cabe mayor margen de mejora: al decir de los expertos, en Misiones “se maneja bastante mal”, y no tanto por falta de pericia sino más bien al contrario, el exceso de confianza; y no tanto por desconocimiento de las normas (que también) sino sobre todo por desaprensión y falta de respeto.
El “a mí no me va a pasar”, “una copita de alcohol qué te hace”, el pisar el acelerador más de la cuenta cuando no hay controles cerca, los adelantamientos indebidos sin tener en consideración no ya a uno mismo, sino a los otros con los que uno podría toparse de frente en una ruta, son las principales causas de los mal llamados “accidentes”, porque en su gran mayoría no fueron producto del azar, sino porque alguien hizo algo que no debía hacer. Es decir, eran evitables.
En caso extremo, episodios como los que se vivieron este fin de semana largo por duplicado, donde los automovilistas que chocaron terminaron huyendo y abandonando a sus víctimas, lamentable son cada vez más frecuentes. Y esta forma de conducirse (ya no sólo de conducir) nos interpela como sociedad y plantea la necesidad de reflexiones profundas, mucho más allá de unas frías estadísticas que en definitiva no son otra cosa que la consecuencia de nuestros actos.