La expresión de las emociones la hacemos a través de la acción o de la palabra, no hacerlo supone daño en nuestro cuerpo que va a expresar con síntomas y tensiones que la persona no puede manifestar.
Si cerramos los ojos y recordamos una situación en la que nos sentimos tristes seguramente sentiremos un nudo en la garganta o dolor en el pecho, con la sensación de falta de aire.
Nuestro cuerpo como parte de nuestro ser que es, localiza físicamente las emociones en diferentes lugares.
Cada emoción se siente de manera diferente, pero lo que sí es seguro que las sentimos en el cuerpo, conocer las emociones y cómo se manifiestan nos puede ayudar a conocernos un poco más y saber qué hacer con ellas.
El enojo nos hace sentir tensión en las mandíbulas, una especie de fuego en el estómago, respiramos rápido, nuestro rostro se congestiona, el cuerpo se prepara lleno de adrenalina para la acción.
Cuando sentimos miedo, el estómago se nos encoge, la respiración se corta durante unos instantes, nuestro cuerpo queda paralizado expectante.
En la tristeza sentimos dolor y opresión en el pecho, hay presión en la garganta como si sintiéramos un nudo en ella, el cuerpo queda sin energía.
Cuando algo nos sorprende, las pupilas se dilatan.
Cuando algo nos da asco, el estómago se encoge avisándonos que lo que tenemos delante puede ser dañino para nuestro bienestar.
Cuando hay alegría nuestro corazón salta en el pecho y se irradia esta sensación a todas partes del cuerpo.
Con la vergüenza nuestro cuerpo se ruboriza, los vasos sanguíneos de la piel se dilatan y nos queda la cara colorada, queremos desaparecer.
O sea, no podemos esconder la emoción, nuestro cuerpo expresa lo que sentimos, pero ¿qué nos pasa entonces cuando por creencias, prejuicios o falta de conexión con nosotros negamos lo que sentimos?
Nos vamos rigidizando hasta enfermarnos de diferentes maneras.
Vivimos en una sociedad donde queremos explicar lo que sentimos y la emoción no se explica se siente y se aprende de ella.
¿Cómo negar lo que nos da miedo, tristeza, asco o vergüenza si de ahí vamos a tomar decisiones para poder alejarnos de eso que no nos hace bien?
Si negamos o reprimimos, cada día estamos más lejos de vivir en coherencia con lo que queremos para nuestra vida.
¿Conoces tus emociones? ¿Qué haces con ellas? ¿Las sentís o las negás?
Hoy podemos pensar en cómo queremos vivir y amorosamente darnos las gracias por animarnos a sentir, no creer que somos “raros” por eso sino todo lo contrario, cada día más humanos.
¡Que Dios los bendiga!