En pocas horas los argentinos conoceremos el dato técnico de la inflación de junio, cuyos efectos sentimos en carne propia cada vez que hicimos alguna compra durante el mes pasado.
Sin embargo, el índice que estaría en torno a los cinco puntos porcentuales, es apenas una sombra de la escalada de precios que se viene dando en lo que va del presente mes. Y es que, tras la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía, la inflación comenzó a crecer exponencialmente (acaso ya lo venía haciendo) con sucesivas olas de ajustes al mismo ritmo que la suba de las diferentes variantes del dólar en Argentina y también como consecuencia del bloqueo a las importaciones que dispuso el Gobierno.
A propósito, diversas consultoras dedicadas a medir precios advierten que la inflación registrada la semana pasada alcanzó un 2,5% y algunos informes ya estiman que el aumento de precios correspondiente al mes de julio registre un incremento del 8%, bastante por encima del 6,7% que anotó marzo pasado.
Si bien en los últimos años el rubro de los alimentos siempre estuvo en el lote de los que más traccionan la inflación, en los últimos meses no era el que lideraba los aumentos. Sin embargo, a partir de los factores antes mencionados y un recalentamiento adicional en los últimos días, el rubro que más debería atender el Gobierno por ser el que más afecta a los sectores de bajo recursos vuelve a liderar las subas.
Por estos días y basado en informes pormenorizados de precios, los alimentos vienen subiendo a un ritmo semanal de 2,5%. De no revertir la inercia, la escalada del rubro sería la más alta en casi dos años, lo que marca claramente la gravedad y sus riesgos para los sectores más golpeados.