A pocos minutos de completar la jornada de trabajo y disponerse a cerrar el supermercado familiar, un hombre de 65 años tuvo que sortear antes un susto de aquellos cuando dos delincuentes irrumpieron violentamente en el local y a punta de pistola se robaron todo lo que pudieron. Tal como lo adelantó ayer viernes PRIMERA EDICIÓN, se llevaron desde dinero en efectivo hasta teléfonos celulares y gruesas de cigarrillos nacionales. Ocurrió el jueves en un comercio de la calle José Manuel Estrada.
Tres delincuentes, dos de ellos encapuchados y uno con acento porteño, todos vestidos con ropa oscura, robaron en un supermercado de una familia en Capioví. Se presume que se movilizaban en un vehículo Volkswagen Gol blanco o similar y portaban armas de fuego.
La víctima, un hombre de 65 años, relató que ya había cerrado el local y solamente quedaba en el interior un preventista con quien conversaba mientras ultimaba detalles para retirarse a descansar. De repente, y aprovechando que había quedado la persiana entreabierta, tres hombres vestidos de negro, con barbijos puestos y con capuchas en el caso de dos de ellos, lo intimidaron a punta de pistola para que no hiciera ningún movimiento “extraño”.
“Me encañonaron y me decían ‘dame la plata, la plata’. Lo repetían con insistencia. Estaban desesperados”, dijo el propietario Carlos Strieder en diálogo con este Diario.
Así los delincuentes pasaron a tomar el dinero que había en la caja registradora (se calcula unos 30 mil pesos), tres teléfonos celulares y como si fuera poco, varios paquetes de cigarrillos nacionales por un monto cercano a los 42 mil pesos. “El que no tenía cara tapada me llevó para la caja y quería que me acueste, me apuntaba todo el tiempo y pedía la plata”, agregó.
“Los otros dos sí estaban totalmente tapados y no hablaban, se llevaron a mi esposa y a un preventista que estaba adentro del negocio a la parte de atrás, a él lo golpearon en la cabeza con la pistola, por suerte no fue fuerte el golpe”, dijo el comerciante.
“Uno de los delincuentes cargó la plata que había en la caja en una mochila y los cigarrillos que acababa de comprar, unas siete gruesas aproximadamente. No vi si llevó algo más, sólo ponía rápido en la mochila, alguna mercadería habrá llevado”, concluyó.
Una patrulla de la comisaría de Capioví llegó al lugar a los pocos minutos que los delincuentes se asustaron y huyeron porque pensaban que ya estaba en camino la policía. Trascendió que el tipo de armas que portaban supuestamente eran calibre 32 milímetros y eran tres delincuentes. Siete meses atrás, un primo de Carlos que posee un negocio similar en Aristóbulo del Valle, fue víctima de un hecho parecido en el cual uno de los asaltantes terminó baleado.
Un robo similar en Aristóbulo del Valle
En un hecho similar a lo ocurrido en Capioví le pasó a un familiar de Carlos Strieder. Hace poco más de siete meses dos delincuentes irrumpieron en un supermercado con fines delictivos. El 24 de noviembre y por cuarta vez en casi tres años, la víctima fue Blas Leonardo Strieder quien forcejeó con los ladrones, en ese caso dos, y además de resultar con lesiones en un dedo y el cuello con arma blanca, uno de los malvivientes sufrió un disparo de arma de fuego.
En aquel momento, la víctima, primo de Carlos, también oriundo de Capioví pero radicado en Aristóbulo del Valle donde fue el atraco, dijo: “Ya me robaron tres veces, esta fue grave ya que disparé porque tenía miedo de que lastimen a la empleada”.
Strieder y una joven de 20 años que trabaja como empleada en el minimercado “La Esquina” de la calle Antártida Argentina, estuvieron varias semanas atemorizados y con asistencia en salud mental de profesionales de la Unidad Regional XI.
“Episodios de inseguridad, que nos entraron a robar, fueron tres antes. Pero el cuarto ya fue demasiado”, remarcó el comerciante.
“Me quedaron cortes en el cuello, en la yugular, y en los dedos de la mano izquierda mientras me defendía e intentaba defender a la chica (empleada). Por suerte no la alcanzaron a tocar, pero ella quedó muy asustada, no puede ni hablar por el miedo que siente”, resaltó el almacenero.
El mayor de los dos delincuentes (33 años) ya que el otro era menor, ofició de cabecilla con un cuchillo en la mano e intentó reducir a Strieder, pero este se resistió y en el forcejeo alcanzó a tomar un revólver calibre 22 milímetros y lo hirió en el pecho.