Íñigo López de Recalde nació en el castillo de Loyola, en Guipuzcoa (País Vasco), en 1491. Su temperamento ardiente y su inclinación por la carrera de las armas le hicieron vivir una juventud tempestuosa.
En Pamplona fue gravemente herido y durante su convalecencia, luego de haber leído la vida de Cristo y algunos santos, decidió dejar las armas y convertirse en soldado de la iglesia.
Peregrinó al santuario de Monserrat, donde colgó su espada a los pies de la Virgen. Luego se dirigió a París, donde en su universidad reunió sus primeros compañeros con quienes fundó la Compañía de Jesús, una aguerrida milicia espiritual que, a las órdenes del Papa, tenía la misión de luchar contra las herejías, promover la reforma de la Iglesia y extender el Evangelio por el mundo a través de la fundación de las llamadas “misiones”.
Más de medio centenar de ellas fueron instaladas por sus sucesores en la región (Nordeste argentino-Paraguay-Sur de Brasil) e incluso dan nombre a nuestra provincia, pero llegaron a abarcar los cuatro continentes conocidos hasta entonces
San Ignacio se estableció en Roma desde donde dirigió, durante 16 años, a la Compañía de Jesús. Allí murió, a los 65 años de edad, en 1556. Fue canonizado como San Ignacio de Loyola el 12 de marzo de 1622.