Un verdadero infierno fue el que vivieron una niña de 11 años y una joven de 21 en manos de su propio padrastro. No en vano lo conocen como “Diablo” (33), un hombre con más de veinte causas penales en la Justicia provincial e incluso investigado también por narcotráfico.
A fines de julio de 2017 se le sumó otra acusación: violar durante más de cinco años a sus hijastras, abusos por los cuales las víctimas dieron a luz tres criaturas.
La historia del sospechoso detenido el 8 de agosto de ese año en San Gotardo, en el municipio de Capioví, eriza la piel. Y no solo por su apodo. Es que no conforme con sembrar el terror puertas afuera de su vivienda, también lo hizo propio bajo su mismo techo, hasta que un familiar de las víctimas finalmente se animó a denunciarlo.
Las víctimas -dos jóvenes que al momento de la detención de su agresor tenían 18 y 26 años- contaron lo que soportaron por años. La mayor reveló que todo comenzó en 2011, cuando se mudaron a Capioví. En ese lugar, “Diablo” comenzó a maltratarla: la golpeaba, amenazaba y le prohibía salir, incluso para ir a la escuela.
La muchacha, entre llantos, relató que tenía buenas notas e incluso ganó una beca. Sin embargo, su padrastro no le permitió seguir sus estudios bajo el pretexto de que gastarían mucho
dinero en su educación y no quedaría efectivo para la comida de sus hermanos.
Esa víctima explicó además que fue sometida sexualmente en reiteradas oportunidades y nunca dijo nada por miedo. Durante el escalofriante relato, dijo que solo quería recuperar su libertad para estudiar y trabajar, sueños que se vieron frutados por años.
La joven dijo que a consecuencia de los abusos tuvo dos criaturas.
Contó también que su madre era la más golpeada y “castigada”. La mujer era humillada y obligada a limpiar las ropas aunque estuviesen limpias, explicó.
El siguiente testimonio fue el de la menor de las muchachas, de 18, y tal vez el más aberrante. Dijo que cuando tenía 11 años su padrastro -al que llamaba “papi”- la llevó a un comercio donde compraron alimentos. A la salida, el hombre la obligó a ingresar a un descampado y tras manosearla, la sometió sexualmente. Los abusos se repitieron a diario y cuando cumplió 13 quedó embarazada.
Las jóvenes recordaron que las violaciones comúnmente tenían lugar en un descampado de la chacra donde residían. Allí las llevaba a la fuerza y lastimaba con golpes de puños y patadas, todo bajo la amenaza de hacer lo mismo con su madre, matarlas a ellas e incluso a sus propios hijos si rompían el silencio.
La menor de la joven dio a entender que con el tiempo se resignó a soportar cada castigo, en silencio y con lágrimas. Aseguró tener miedo de denunciar al hombre, más que nada por su hijo. Es que en varias oportunidades el acusado le aseguró que si lo detenían por alguna denuncia, regresaría y la buscaría para matarla.
Se supo también que el hombre no solo atormentaba a sus hijastras cuando las tenía enfrente, también por medio de mensajes de texto, les anticipaba a cuál de las dos sometería sexualmente por la noche.
Días después, la esposa de “Diablo”, por entonces de 44 años, también rompió el silencio y relató a la Justicia el infierno que vivió a su lado. “Nos pegaba siempre, era violento. Nosotros teníamos miedo y vivíamos bajo su sometimiento”, aseguró.
Finalmente, a fines de septiembre de 2020 y mediante un juicio abreviado, “Diablo” aceptó una pena de 20 años de prisión.