La noticia impacta de sólo pensar cuántas miles de familias en toda la Argentina recibieron un paquete de yerba mate, en un bolsón social que entrega la Nación en tiempos de crisis y pobreza como el actual, que fue elaborada por un establecimiento clausurado en San Vicente, con serias dudas sobre la calidad de la misma.
Es el segundo capítulo de una licitación millonaria, de las tantas que realiza el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, donde pareció haberse armado casi a medida de dos o tres empresas que año a año se llevan el “premio” de la provisión.
¿Cuántos de los paquetes de yerba habrán sido analizados por la Nación antes de ser entregados, a fin de garantizar la calidad y sanidad de los productos para el consumo de los argentinos en estado de mayor vulnerabilidad? Es una enorme incógnita que parece tener una respuesta: ninguno.
La Nación desoyó al momento de la licitación las críticas que se realizaron, puesto que al menos dos de las empresas ganadoras de los millonarios contratos habían sido sancionadas por incumplimiento. En el caso del molino sanvicentino, días pasados se llegó a la clausura del mismo por parte del INYM.
La llegada de paquetes de esa marca de yerba cuestionada a merenderos misioneros, encendió la luz de alerta de directores del Instituto de la Yerba que procedieron no sólo a alertar a la población, sino a pedir el análisis de los paquetes entregados en la tierra colorada.
Si bien hasta el momento no se conocen afectados por el consumo, ¿quién se hará responsable de este irresponsable proceder de Nación de facilitar el consumo de una yerba plagada de cuestionamientos? Es una crónica de una irresponsabilidad anunciada.