Todo lo que realizamos en la vida se inicia con una imagen mental. Comportamientos, sentimientos y actitudes son generados a partir del pensamiento.
El poder del pensamiento es tan fuerte que el organismo se adapta a los estados internos que mantenemos.
Es sabido que un estado de euforia provoca una intensa descarga de endorfinas que, a su vez, incrementa la euforia. Ocurre lo mismo a la inversa: la apatía inhibe la producción de endorfinas y, en consecuencia se intensifica la abulia.
Estas respuestas se suelen producir en la mayoría de las personas de forma inconsciente.
Sin embargo, desde el momento en que tomamos conciencia de este hecho, podemos ser dueños de nuestras opciones: ser felices o desgraciados, disfrutar de la vida o vivir amargados.
¿Por qué estar apático cuando puedo ser activo? ¿Por qué estar triste cuando puedo ser alegre? Serás como pienses que eres.
Identifica las imágenes que pueblan tu mente y tu vida cambiará radicalmente. Tú puedes decidir cómo quieres ser.
Si tus imágenes mentales son oscuras, dales luz y ponles colores, verás como cambia tu estado de ánimo. Si te recuerdan escenas desagradables, difumínalas, redúcelas, aléjalas hasta que desaparezcan. Y sobre todo, procura que tus pensamientos no se estanquen en los aspectos negativos de las cosas.
Cualquier moneda tiene dos caras, acostumbrate a valorar lo positivo que hay en los hechos de la vida, aunque a primera vista no lo encuentres.
Recuerda que tanto la felicidad como el bienestar -al igual que la belleza – no están en las cosas, sino en los ojos de quien las mira.
Nos vamos acompañando.