El padre “Chuco” fue “una gran persona, acompañó a muchos de los seminaristas en nuestra espiritualidad, y en la vivencia cotidiana”, dijo Leosvardo Silvestre “Leo” Galeano (24), seminarista y profesor de filosofía recientemente recibido en el Instituto Montoya, autor del libro “Padre Chuco, una gran amistad”.
El trabajo, de su autoría, describe la vida y obra del sacerdote jesuita y fue expuesto ante la comunidad el 29 de agosto, en coincidencia con el cuarto aniversario de la desaparición física del religioso.
Aseguró que “fue muy querido, y es muy querido todavía porque en nuestra memoria sigue presente. En los últimos tiempos de su paso por la tierra, en una charla que tuvimos, le había prometido que le iba a escribir un libro. Le había comentado que me gustaba escribir, que escribía poesía y que en ese tiempo había empezado a escribir un libro que dejé a medio camino porque no me sentía inspirado. Él se mostró contento con el anuncio y me decía que quería leerlo, que le gustaría mucho saber lo que escribía sobre él, pero a los pocos días falleció”.
Ese era el regalo que Galeano le quería obsequiar al padre “Chuco”. Y, como fue una promesa, “tenía que cumplirla”. En 2018 “comencé a hacer un bosquejo, y lo dejé. En 2020, con la pandemia, como disponía de un poco más tiempo, me sentaba en los tiempos libres y retomé la escritura. Todavía me quedaban y me siguen quedando muchísimos recuerdos del padre, de sus historias, de tantas aventuras, de su paso por los cinco continentes”, lo que está detallado en este trabajo de Editorial Guadalupe. En sus páginas contó, además, un poco de la biografía de sacerdote nacido en Cuba y muchas experiencias, entre ellas, su experiencia vocacional, y su experiencia como sacerdote.
Según manifestó Galeano, el libro está redactado en tercera persona, “como si fuera él quien me está contando su historia. Tiene diferentes títulos, y debajo de ellos, hay partes donde dialogamos con el padre. Pienso que eso le da un poco más de vida al relato”. En los últimos tiempos, “por más que sufría su enfermedad, se lo veía alegre, contento, aceptaba lo que le estaba pasando. Tenía esa alegría de decir esto va a pasar, y el encuentro con el amado Jesús, es a lo que nosotros tenemos que aspirar. Lo repetía siempre. Todo se resume en encontrarnos con Jesús, el día que él nos llame. Y eso lo tenía muy presente, muy claro, abrazando su fe. Y esa fe que tenía, también nos transmitió a sus dirigidos y pienso que a todas las personas que lo conocieron”, expresó el joven seminarista, nacido en Jardín América.
Recordó que Ignacio Villar nació en Cuba, donde vive una de sus hermanas. El resto de los hermanos, tres, residen en España. Según él mismo contaba, “sus padres fueron excelentes personas que lo acompañaron muchísimo. El papá tenía muchas aventuras igual que él, y en esas tantas aventuras que compartió con su padre, descubrió su vocación”.
A pesar de haber transcurrido cuatro años sin su amigo, Galeano todavía habla en presente. Sostuvo que “es sacerdote jesuita y ellos tienen ese carisma de misionar, de ir a los distintos continentes. Él tuvo esa oportunidad. Siempre quiso conocer la tierra donde estuvieron misionando sus hermanos jesuitas Santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, cuyas imágenes presiden la sala del Seminario Diocesano Santo Cura de Ars, donde se concretó la entrevista con Ko‘ape. Antes de morir pidió quedarse acá. Entonces, sus hermanos de sangre decidieron que sus cenizas permanecieran en el cinerario de la parroquia Santos Mártires, donde ejerció por mucho tiempo”, comentó.
El 29 de agosto “es una fecha muy importante para quienes lo conocimos. La presentación se dio de manera imprevista porque no tenía pensada la fecha, pero como los primeros días de agosto me enviaron el trabajo terminado, se produjo esa coincidencia. Creo que ‘Chuco’ está presente de forma cotidiana en mi vida, en la vida de todos los que lo quisieron. Es una fecha emotiva, no la tenía pensada para la presentación, pero se dio, por eso creo que debe estar contento. Voy a aprovechar la ocasión para leerle el libro”, señaló, antes de la presentación, el estudiante de teología, hijo de Victoria Báez y de Virgilio Galeano, quienes son padres de otros diez hijos.
Desde chico “tenía esas ganas de escribir, de dibujar, me gustaba mucho. Siempre escribía poemas, cuentos, historias. Cuando estaba en la secundaria, en el Instituto Santa Catalina, en trabajos de lengua y literatura teníamos que redactar historias, cuentos, noticias, y eso me motivó a escribir”, admitió quien está terminando una novela, que surgió tras una clase en el Instituto Montoya, y que está en etapa de corrección.
Agradeció al Obispo de la Diócesis de Posadas que “aceptó y acompañó este proyecto desde el primer momento”, y al rector del Seminario, Sebastián Escalante, “que también lo aprobó y me motivó a seguir escribiendo”.
Por el mundo
Villar nació en 1935 en Caibarién, provincia de Santa Clara, Cuba. Se ordenó sacerdote en 1968, a los 33 años, en República Dominicana y su formación jesuita la vivió en distintos puntos del mundo: estudió filosofía en Loyola (España), teología en Boston (Estados Unidos) y su deceso se produjo mientras servía en la parroquia de los Santos Mártires, perteneciente a la Compañía de Jesús.
Quienes lo conocieron aseguran que del padre “Chuco” sólo nacían palabras de amor, historias de vida, y mensajes de esperanza que llegaban al corazón. “Fue un hombre de Dios. Valiente, humilde, sencillo, que nunca se quejaba, y acompañaba a quien fuera, a cualquier hora. Y siempre se encontraba con alguien que necesitaba de Jesús. En todos los lugares lo conocían y sabían de su capacidad de escucha”, aseguraron.
Muchas personas de la comunidad tuvieron el privilegio de “pasar horas escuchando sus anécdotas e historias de vida, hablar largos ratos con él, ser escuchadas, recibir luz, ánimo y paz, además de compartir misas, celebraciones, retiros de matrimonios, convivencias, reuniones de amigos, almuerzos y tantos momentos de aprendizaje”.