El 5 de septiembre de 1972, ocho miembros del comando palestino Septiembre Negro entraron en la Villa Olímpica de Múnich, mataron a dos atletas israelíes y luego tomaron a otros nueve como rehenes, con el objetivo de intercambiarlos por 232 prisioneros palestinos. La intervención de los servicios de seguridad alemanes terminó con la ejecución de todos los rehenes, cinco asaltantes palestinos abatidos y otros tres detenidos.
Las XX Olimpiadas ya habían comenzado, y los atletas estaban en plena competición. Los atletas de Israel tenían aquel día libre, por lo que se dedicaron a visitar la ciudad y hacer algunas compras.
La Villa Olímpica tenía un gran dispositivo de seguridad. Sin embargo, ocho miembros de la banda armada Septiembre Negro se introdujeron en las instalaciones, a fin de intentar acceder donde se hospedaban los atletas israelitas.
En la madrugada, el preparador de lucha libre israelí advirtió la presencia de los terroristas y dio la voz de alarma. Algunos lograron huir, mientras que los otros quedaron cautivos del grupo armado. Ellos querían negociar el rescate a cambio de que liberaran a palestinos detenidos en Israel.
El gobierno hebreo se negó a conversar, por lo que el grupo Septiembre Negro negoció con las autoridades alemanas. Acordaron un transporte aéreo hasta el Cairo, la capital de Egipto. Al llegar al aeropuerto los terroristas se dieron cuenta de que era una trampa. Comenzó un tiroteo en el que fallecieron los dos palestinos y los nueve deportistas israelíes que perecieron entre el fuego cruzado y la explosión de un helicóptero.
A pesar de tamaña circunstancia, los Juegos continuaron con un solo día de suspensión.