Conocida como “La boutique del pan”, la panadería, confitería y pizzería “Tacuarí”, celebra 40 años de permanencia en el mercado, y se se sigue afianzando con la evolución de sus productos y con la instalación de sucursales que aseguran calidad y precios en las mesas de distintos barrios posadeños.
José María Manzur, propietario del comercio junto a su compañera de ruta, Teresa Antonia Barrientos, se mostró orgulloso por el rumbo tomado, y recordó que “iniciamos la actividad panaderil junto a mi hermano, Carlos Antonio Manzur, que ya no está entre nosotros, pero para quien es mi eterno agradecimiento”.
Añadió que “él viajó a Corrientes, donde inició su negocio, y siempre me decía: poné una panadería, es lo más noble que hay. Y hoy están a cargo sus sobrinos, nuestros hijos: José María, Cristian René y Carlos Antonio, que son quienes toman las decisiones”. Lo denominan “el imperio Tacuarí” porque en cada barrio populoso asoma el cartel que indica la proximidad de “La boutique del pan”. Es que además de la sede central, existen otras tres sucursales: una en el barrio Itaembé Miní; otra en Blas Parera y Aguado, y la restante en Vivanco casi Blas Parera, cerca de Villa Cabello.
Sostuvo que el negocio se inició en 1978, en el barrio Villa Urquiza, y que luego se trasladó a la ubicación actual, donde los sorprende el 40 aniversario. “Estos 40 años fueron de una constante lucha porque el país nunca se llegó a estabilizar, pero siempre salimos adelante trabajando y poniendo el hombro. A pesar del panorama económico, venimos trabajando bien, es muy duro, es difícil, hay que sacrificarse mucho”.
Celebró porque “somos fuente de mucha mano de obra ya que la panadería demanda de personal bueno y calificado, como lo es el nuestro (una decena que empezó conmigo, ya se acogió al beneficio de la jubilación). Siempre realizan cursos y especializaciones, gracias a la predisposición de las empresas proveedoras de materia prima. Y cuando van a poner un producto a consideración, lo hacen desde esta panadería, mediante la visita de sus maestros panaderos. Aprendimos mucho, siempre elaborando cosas ricas, de calidad, por eso estamos firmes y nos prefieren en el mercado”. A su entender, 40 años “es mucho tiempo, pero mirando atrás, me siento orgulloso al punto de decir que, si volviera a nacer, volvería a ser panadero. Es una profesión muy gratificante. Cuando los productos salen como uno espera y quiere, se siente orgulloso, y reniega cuando no salen bien las cosas”.
Rememoró que, en 1968, “todo era muy distinto. Se trabajaba mucho en el reparto, andando por la calle, dejando los productos en los distintos negocios, haciéndose conocer. Generalmente yo hacía esa tarea, y en el local era hacer solamente elaborar pan, galleta, torrada, pan rallado, y unas pocas facturas”. Después vino una nueva generación de panaderos y se comenzaron a hacer otras cosas. “En estos momentos llegamos a 45 o 50 productos, es una variedad inmensa, hasta comida elaboramos. Con el tiempo, se va mejorando, pero tenemos que estar orgullosos porque en Misiones hay muy buenos panificados”.
Manzur puede afirmar que “hice historia en lo que respecta a los panificados en Posadas, recorriendo los comercios, cuando empezaban a salir las Ford F-100, eran caminos difíciles, calles de tierra. La que pasa frente al local se denominaba Florida, que después pasó a llamarse Tambor de Tacuarí”. Después vino el asfalto, la Chacra 85, se habilitó Villa Cabello. “Su fundador, el padre Juan Markievicz, venía a comprar, conversábamos mucho, y decía que no quería que se llamara Villa Cabello, sino, Villa Pelo. Gracias a su obra, dejó un hermoso recuerdo”, dijo, al tiempo que agradeció a los clientes, proveedores y empleados, que transitaron juntos todos estos años.