La ceremonia de entronización del busto de Andrés Guacurarí en la plaza Artigas de la ciudad de Carmelo, República Oriental del Uruguay, se realizó en junio pasado, y la donación fue transportada por una delegación del Rotary posadeño, integrada por su presidente, Leticia Chaves; el tesorero, Raúl Pared; la secretaria administrativa, Nora Demarcico; la past presidente, Romina Alcaraz; el director del Comité Internacional, Lloyd Jorge Wickström, y el exgobernador del Distrito Binacional 4845, Miguel Depaoli.
Los viajeros, hicieron entrega al Rotary Club Carmelo, asistiendo al descubrimiento del mismo en la plaza José Gervasio Artigas, contando con la presencia del Ministro de Defensa de Uruguay, Javier García Dichini, y de la alcaldesa de Carmelo, Alicia Espíndola, con escolta y guardia de honor de integrantes del Regimiento de Blandengues, de la Prefectura Marítima, del Ejército y de la Policía, además de pobladores de la ciudad. También estuvo el presidente del club visitado, Horacio Neves Silva y de su membresía, estrechándose de esta manera, lazos de amistad con el club anfitrión.
Wickström señaló que con este gesto misionero, Andrés Guacurarí “hoy tiene presencia en Uruguay con el busto de referencia, siendo destacable la colaboración prestada por la Entidad Binacional Yacyretá, ya que se trata del primer monumento escultórico emplazado en tierra oriental, de tal suerte que, Andrés Guacurarí, como hijo adoptivo, se reencontró monumentalmente con su padre José Gervasio Artigas, el protector de los pueblos libres”. Añadió que el acto protocolar “de gran significación, fue la ocasión para que el historiador carmelitano Gonzalo Parodi, se refiriera a la figura del prócer homenajeado”.
Asimismo, Wickstrom, por el Rotary donante del busto, evocó pasajes de la vida del héroe provincial, recordando que así fue declarado por la Ley VI Nº 155 del 5 de julio de 2012, sancionada por la Cámara de Representantes y ascendido post mortem, en 2014, al grado de General del Ejército Argentino, por decreto de la entonces presidente Cristina Fernández y, en 2016, por el presidente uruguayo Tabaré Vásquez, al mismo grado del ejército uruguayo.
Para cerrar el acto se contó con la actuación de un grupo folclórico que brindo danzas del hermano país, y, seguidamente, con numerosa asistencia, se sirvió un almuerzo por parte del Rotary Club Carmelo, en agradecimiento por tan importante gesto, que marcara un hito en la confraternidad de los pueblos y la divulgación de la figura del héroe misionero.
Su figura se acrecienta
El escultor posadeño, José de Jesús Martínez, manifestó que la figura de Andrés Guacurarí “crece a través del tiempo, en la medida que se conoce a Artigas. Y en Uruguay lo conocían antes que acá, por eso le otorgan tanto valor porque alguien de la tierra colorada les done una escultura del caudillo”.
Agregó que, si bien se sabe mucho más de Andrés ahora, “en general, la gente no sabe quién fue y que pudo haber representado. Tampoco sabíamos cuando éramos jóvenes, porque no se enseñaba en la escuela. Personalmente, lo conocí por Robin Wood. Una vez en la revista D’Artagnan vi la historia de un indio que peleaba, pero no le di mucha importancia. Pero fue la primera vez que leí ese nombre. Con el tiempo, cuando vinieron los militares, necesitaban figuras, empezaron a impulsar la figura de Güemes, y a la par la de Andresito. Y se descubrió que hasta San Martín sabía de su existencia”.
Según Martínez, lo de Andrés Guacurarí “me empezó a hacer mucho ruido porque me pidieron un monumento para Bernardo de Irigoyen. Nunca lo había hecho, nunca hice una escultura de una persona completa. Primero hice uno chico en arcilla. Sabía cómo se armaban los hierros desde las clases de la Escuela Industrial, entonces me apoyaba en la posición exacta, me metía y marcaba con una tiza adónde iba el pie, empezaba poner los hierros, a colocar cemento y así fui armando. Cuando me di cuenta, lo había terminado”. Cuando vinieron a buscar el trabajo concluido, dos días antes de la inauguración, exclamaron: “¡pero nosotros queríamos una cosa chiquita!. ¡Hicimos una base pequeña!. ¡No te vamos a poder pagar!. Yo lo había hecho de un tamaño y medio de la persona normal, de dos metros 20 o 30.Me llevo menos de veinte días porque una vez que comienzo, lo armo en la cabeza, y tengo que avanzar porque se me escapa. Por eso tengo muchos trabajos sin terminar”.
Finalmente, lo transportaron y lo exhiben con orgullo en la localidad.