Que la agenda de necesidades de al menos la mitad de la población argentina corre en paralelo a la agenda de oportunidades de buena parte de la dirigencia política, no hay quien lo dude.
A diario se amontonan ejemplos que van en esa dirección… a veces rayan lo insólito.
Solamente esta semana dos funcionarios se apartaron tremendamente de sus juramentos y responsabilidades para incursionar en lo insólito y lo desfachatado.
El diputado entrerriano Marcelo Casaretto presentó un proyecto para suprimir los descensos en el fútbol. La medida favorecería a Patronato, el equipo de Paraná que podría bajar de categoría. “El fútbol es el deporte más popular del país y los torneos se han reestructurado en numerosas ocasiones, modificando la cantidad de equipos participantes en cada categoría, los ascensos y descensos”, argumentó el diputado, orgulloso de su iniciativa.
Por otro lado, días atrás la senadora Carolina Losada denunció que “colar amigos a planta permanente también es robar”.
“Argentina está como está y la austeridad brilla por su ausencia”, enfatizó e insistió en que desde el oficialismo deberían dar un “mensaje austero”.
No hay dudas… Losada había dicho algo cierto e irreprochable, a tono con la crisis y el estado de las cosas. Pero como en otras oportunidades, la distancia entre lo que se dice y lo que se hace es enorme.
Desde ayer Losada está envuelta en una enorme polémica luego de que se supiera que consiguió que el Senado oficialice el pase a planta temporaria de su hermana con “categoría 1”, la más alta de las posibles designaciones y un cargo por el que cobrará cerca de 500.000 pesos.
A diario surgen ejemplos a veces más alevosos, más cuando se acaba de informar que la pobreza durante el primer semestre sigue siendo demasiado alta y que las cifras empeoran en el segundo semestre.
Por eso ofende que aquellos que predican en voz alta la necesidad de contar con mejores dirigentes, en voz baja practiquen con énfasis la búsqueda de oportunidades personales.