Cuando en la final del Mundial de Tango 2022, realizado recientemente en Buenos Aires, anunciaron que el segundo premio de tango escenario, como el del público, recayó en la misma pareja, Andrea Florencia Kuna (36) sintió “una mezcla de emociones”. Fue, entre otras cosas, por la proximidad que había con el primer premio, por la cantidad de espectadores que la estaban observando, y porque en Misiones, sus padres, Graciela Gayetzky (investigadora y arquitecta) y Horacio Kuna, estaban siguiendo la transmisión en vivo sobre la actuación de su hija menor.
Andrea se había presentado en la final de tango salón de este evento mundial en 2008, cuando “era más inexperta”, pero a mediados de marzo de este año habló con su compañero, Leandro Capparelli, sobre la posibilidad de repetir la experiencia. El propósito fue presentarse en tango escenario, para lo que se prepararon por más de tres meses y armaron la coreografía. El tema con el que bailaron se denomina “Amurado” y es interpretado por el Sexteto Mayor.
Pero para esta ocasión, la pareja intervino el tema. Para ello, “escribimos como un poema que se inicia con un ¿te preguntaste por qué bailas? Fue hacer como reflexiones alrededor del baile, que escribimos nosotros y lo grabamos con la voz de Hugo Marcel (80), que es un cantor de tango y actor, que estuvo en Grandes Valores del Tango y grabó películas con Susana Giménez. Es como uno de los íconos del tango que quedan vivos. Tenemos la suerte de trabajar con él en el Viejo Almacén -tradicional tanguería ubicada en Balcarce e Independencia-. Como es nuestro compañero de trabajo, le preguntamos si nos ayudaría y grabaría con su voz. Nos dijo que sí. Fuimos a casa de un amigo, que es cantante de la orquesta Color Tango, que puso a disposición su estudio de grabación y Hugo Marcel vino, desinteresadamente, a grabar la voz. Intervenimos el tema con este poema y el baile en general tuvo que ver con el leitmotiv de lo que internamente nos planteábamos, que era ¿por qué bailamos? ¿qué es lo que nos mueve a bailar?, principalmente tango, pero a bailar”, explicó la bailarina que nació en Buenos Aires pero que vivió en Posadas desde muy pequeña y hasta los 18 años.
“Nuestra idea principal, lo que habíamos planteado en un principio con mi compañero, era meter al público en el escenario, llegar a la gente. Uno cuando baila pone en juego emociones. Y un poco lo que terminó ocurriendo como resultado es que obtuvimos el premio de pareja elegida por el público, entonces dijimos estamos contentos que de alguna manera logramos el objetivo que era llegar a la gente”, agregó.
Consultada por Ko’ape ¿por qué bailaba? Andrea respondió que es algo a lo que se puede llegar a dar muchas respuestas. “Creo que no hay una respuesta concreta. Bailo desde que tengo uso de razón, no hubo un momento de mi vida que no haya baile. Empecé a estudiar danza desde que era muy chica porque íbamos a un lugar y me quedaba bailando toda la noche, a diferencia de otros niños, que se iban a dormir. Y mucha gente grande le decía a mamá: la tenés que mandar a danza. Entonces yo le decía, quiero ir a danza, aunque no sabía bien lo que era”. Así, empezó a estudiar a los cinco años y “toda mi vida supe que me iba a dedicar a la danza. Bailo por un montón de cosas. Al final de la coreografía decimos que bailamos porque el movimiento es vida. Nuestra vida es bailar. Creo que es una respuesta amplia y que es muy difícil decir porqué bailo. Creo que mi vida es el baile. Capaz que en algún momento deje de bailar profesionalmente pero el baile siempre va a estar cerca de mí”, aseguró quien se dedica particularmente al tango, pero tiene formación en otras danzas.
Empezando a cumplir el sueño
A los cinco años hizo contemporáneo con Mónica Revinski y, a los seis, su mamá la llevó a clásico, con Laura De Aira, con quien siguió hasta los 18, que es cuando terminó el secundario en la Escuela Normal Mixta. Paralelamente, desde los doce, formó parte del ballet municipal que dirigía la misma profesora. A los 17 también empezó a tomar clásico con Laura Romero. “Es que sabía que venía a Buenos Aires a estudiar en la Universidad Nacional de Artes (UNA) para ser coreógrafa de danza, entonces era como que me quería preparar más. Y en los últimos seis meses de mi estadía en Posadas, me acerqué al tango de la mano de Cecilia Laborde”.
Mientras estudiaba en la facultad -si bien la carrera está ligada a la danza, no es específica de tango- “a la par, me preparaba de manera privada con el tango. Formé parte de una entidad dependiente de Cultura de la Nación donde estudiábamos con maestros milongueros y maestros jóvenes y eso fue un poco lo que me marcó el camino de meterme de lleno al tango”.
Hace más de once años “me dedico profesionalmente a bailar tango. Estuve en muchas compañías, tuve la suerte de poder viajar por varios lugares del mundo, bailando y dando clases, y actualmente trabajo dando clases de tango escenario y de técnicas de tango y estoy en un show que se llama ‘El viejo almacén’, que es una cena show, en un lugar histórico del barrio de San Telmo. Puedo decir que tengo la suerte de poder dedicarme a lo que amo, y a lo que siempre quise hacer. Cuando me preguntabas cuando era chica que quería hacer, decía que quería ser bailarina y viajar por el mundo. De alguna manera puedo decir que cumplí mi sueño”.
Merecedores de dos premios
Admitió que el premio fue una mezcla de emociones porque “nosotros queríamos ganar y obtuvimos el segundo puesto, que es un montón. Estuvimos muy cerquita del primero, porque perdimos por 20 centésimos. Con el tercer puesto hay una diferencia de cien centésimos, por lo que la pelea fue entre el primero y el segundo. Entonces es como una mezcla de emociones porque estuvimos cerca y no lo conseguimos, pero, a la vez, sacamos el voto del público, y la verdad que mi trabajo tanto de las clases como de los shows es gracias al público. Entonces es un premio que vale oro, que vale un montón, y estoy súper consciente y agradecida de eso”.
En realidad, obtuvieron dos premios, el segundo puesto y el premio del público. “Siento que es muy reciente y que estoy cayendo en todo lo que esto es y genera, y lo que obtuvimos. Fue una semana muy difícil porque son dos días de clasificatorias, un día de semifinal y después la final. Sumado a que veníamos de tres meses de trabajar duro para esto. Entonces es como que todavía estoy cayendo con las emociones, llena de felicidad y muy agradecida. Estoy como que no entiendo tanto lo que está pasando y lo que pasó”, aseveró.
Respecto a si su permanencia en Buenos Aires es definitiva, manifestó: “Creo que no hay nada definitivo en esta vida. La última vez que fui a Posadas no podía creer la tranquilidad que allí existe. Acá vivimos como en un acelere constante que cansa y estresa mucho, pero que a la vez lo disfruto y lo elijo hoy por hoy, pero creo que nada es definitivo y no puedo decir que me quedo a vivir acá y tampoco que voy a volver. Creo que la vida misma en algún punto me irá llevando”.
Acotó que “éste es el lugar donde tengo que estar ahora por lo que significa Buenos Aires para el tango, pero sé que en Posadas también hay más movida de tango. De alguna manera empecé a bailar porque allá encontré un lugar donde estudiar, y sé que cada vez hay más cosas. La tomo mucho de ejemplo a Laura De Aira, quien fue mi maestra, porque ella generó un cambio enorme en la danza misionera con todo su empuje. Hoy vibro estando en Buenos Aires, pero no doy por sentado nada. Sé que uno puede contribuir en otros lugares también”.
Al hablar de sus proyectos, dijo que “algo que todavía no comencé pero que es como un deseo que tengo desde hace un tiempo es empezar a dar clases para adolescentes, algo con lo que me siento identificada desde que empecé a estudiar en el colegio. Acá en capital veo que no hay un espacio para adolescentes para ingresar al tango, conocer y vincularse con jóvenes.
“Nací en Buenos Aires y cuando tenía un año fuimos con mi familia a vivir a Posadas, hasta los 18. Mis recuerdos de la infancia son todos viviendo en Posadas, ahí están mis amigas del colegio y mis padres Graciela y Horacio, viven allá”.
Tengo una alumna que tiene 17 y cuando le cuento que hay una milonga a la que va gente joven, me dice ¡tienen 25 años, son viejos! Entonces un espacio donde ellos puedan vincularse con gente de su edad es algo que vengo pensando desde hace un tiempo, me gustaría generar un espacio para adolescentes y jóvenes.
Para que haya nuevos ingresantes en el ambiente del tango, que venía un poquito en baja y que después de la pandemia, se acentuó un poco más. No estamos viendo a tantos jóvenes en el tango y creo que me gustaría hacer un aporte por ese lado”.
Paso a paso
Hasta antes del Mundial de Tango, Andrea decía que “después, no sabía qué iba a hacer porque había puesto tanta energía en eso que ahora es como un momento de rearmar los proyectos. Cerca de fin de año o el año que viene, probablemente vaya de gira para dar clases a Europa. Es que el tango es una revolución en el mundo”.
Sostuvo que “cuando uno tiene la posibilidad de viajar toma conciencia de lo que significa el tango. Me pasa que acá conozco a mucha gente que en su vida fue a una milonga -es el espacio social donde se baila tango- o que nunca fue a un show de tango y la verdad es que viene gente de todo el mundo a Argentina solamente para bailar tango, hay gente que se queda a vivir en Argentina solamente porque ama el tango. Y vas a cualquier ciudad pequeña del mundo, y capaz que no saben siquiera donde queda Argentina, pero saben que Argentina es tango. Entonces si hay algo que modificaría es que tendría que ser obligatorio que tengamos tango y folclore en las escuelas, por lo menos tener un primer vínculo con lo que es nuestra danza”.
Kuna tiene la particularidad de ser una de las pocas bailarinas jóvenes en tener un tango dedicado especialmente a ella: “Tango de Kuna”, de Eliana Sosa, que la cantante interpretó durante el show que dio en la Usina del Arte en este mismo Festival.
La bailarina confió que sus abuelos maternos, Zulema Purile y Samuel Kuna, bailaban tango. “Ella falleció cuando yo tenía cuatro años. No los vi bailar, tampoco me vieron ellos a mí. Pero el tango estaba por ahí. En el Mundial competí bailando con unos aros que eran de mi abuela. Es algo que conté a mamá y la hizo emocionar. Resulta que tenía un vestido dorado y negro y no encontraba aros dorados. Y en un momento recordé que tenía en un cajón unos aros de mi abuela y cuando los agarro, eran perfectos, iban exactos con el vestido. Eran los aros que necesitaba. Había recorrido un montón de locales buscando y no había encontrado nada que pudiera acompañar al vestido. Así que terminé conectada con mi abuela, la parte tanguera de mi familia estuvo presente”.