“Abrazo y corazón mi grito es el de tu voz, viento y libertad mi huella es la de tu andar, fuego y fragilidad lágrimas de tu humedad, luna y bendición mi brillo es el de tu sol…” (“8 de octubre” León Gieco/Luis Alberto Spinetta).
Hace diez días se cumplieron 16 años de la tragedia vial que le costó la vida a un grupo de estudiantes del colegio Ecos que volvían de realizar su viaje de solidaridad con pobladores vulnerados chaqueños. Nueve adolescentes y una docente perdieron la vida. Regresaban de El Impenetrable a Buenos Aires y a 200 kilómetros de Santa Fe capital sobre la ruta 11, departamento de Vera, el colectivo fue impactado de frente por un camión que se movía en zigzag, conducido por un hombre en estado de ebriedad.
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Ayer el juez César Raúl Jiménez condenó a cinco años de prisión a Adrián Alberto Krutki (36) a cinco años de prisión efectiva y a menos de dos meses de cumplirse once años de la colisión que protagonizó con 1,56 gramos de alcohol en sangre (test tomado cuatro horas después del siniestro) y que se llevó la vida de una madre de 32 años y su hijo de 12 que volvían de pedirle a la Virgen un favor para que el niño rinda bien un examen de ingreso a los Exploradores de la Frontera (ex Gendarmería Infantil).
Krutki condujo el Ford Escort que realizó la maniobra de sobrepaso de un colectivo y luego impactó por atrás (a 92 kilómetros por hora) a la motocicleta que manejaba Gisela Lorena Ferreyra acompañada por Cergio Ferreyra. La asistente de ancianos transportaba al menor. El cuerpo de Gisela quedó tendido sobre el asfalto a 26 metros del punto de choque. Los restos de Cergio fueron rescatados 42 metros más adelante, en la banquina.
De acuerdo Fiscalía y Querella ayer, el automovilista huyó del lugar y fue descubierto su auto varias horas después porque en la escena del hecho quedó la patente que fue identificó a su hermana como propietaria. No colaboró para asistir a los heridos y se escapó del lugar para ocultar pruebas. Una de ellas, el parabrisas del automóvil.
Rosa Ferreyra tiene 59 años, una remera negra con una estrella amarilla en el pecho e insta a “Conducir con conciencia”. Es la madre de Lorena y abuela de Cergio. Ayer cerró una batalla clave de su lucha y tras el fallo del juez César Jiménez intentó resúmenes de sensaciones y deseos: “Fueron largos años, muy difíciles. Hoy siento un poco de paz. Tal vez, que siga en libertad (Krutki) hasta que quede firme la condena no me deja conforme pero veo muy positiva la condena, que sirva a todo aquel que intente salir a conducir en esas condiciones (alcoholizado)”.
“Esto no es sólo por Lore (Gisela) y Cergio que ellos pobrecitos venían de ir a rezarle a la Virgen de Azara, de hacerle una promesa para el examen que el día siguiente iba a dar mi nieto. Y este tipo volvía de un club borracho como una cuba. Hay que hacerse cargo de los actos, debemos pagar por lo que hacemos, respetar la vida del otro. Cergio era un nene y mi hija una madre. No sé si este hombre tiene conciencia del daño que hizo”, agregó.
“Nadie me quitará la imagen de Ezequiel (el hijo más chico de Gisela Ferreyra) limpiándole restos de materia gris de la cara a su madre en el cajón. No hay imagen más dolorosa y se me quedará para el resto de mi vida. Verlo tan chiquito a Cergio en el cajón y con sangre que le salía de las orejas todavía, tampoco lo olvidaré”.
Además, dijo que “esto te desgasta físicamente, llorás a cada rato, te duele todo y hay días que no te podés levantar. Más de diez años de lucha, de apelaciones tras apelaciones para no llegar a juicio. Llegué a gatas pero llegué. Ahora empezaré mi duelo, ahora sí”.
Rosa insiste con suavidad y pausa su intención: “Debemos conducir con conciencia, no sumemos más estrellas al cielo. Hay que respetar la vida del otro”.
Ezequiel Ferreyra tiene hoy 20 años y durante todo el juicio estuvo al lado de su abuela. Ayer pudo resumir lo que atravesaron juntos: “Tantas navidades, años nuevos, días de la madre como ayer, ocultando el dolor y bronca para que mi tía y mi abuela no me vieran mal. Ahora sí podemos decir ¡por fin!, ya podrán descansar en paz mi mamá y mi hermano”.
“Ahora es para adelante, yo pude estudiar y comenzar a trabajar. Mi abuela Rosa la tuvo más complicada, yo tuve contención de mucha gente buena que me ayudó. Toca poder disfrutar un poquito”.
Opinó además: “La sentencia es justa, aunque me hubiese gustado mucho más porque el daño es inmenso. Me parece bien el fallo, luchamos por esto, por lo que determinó el juez”.
Agregó que “dudé varias veces que esto llegara a juicio. Fueron años que mi abuela tenía que viajar acá a ver cómo estaba la causa. Nosotros nos tuvimos que ir a Buenos Aires, irnos de Apóstoles”.
“El 0,5 de graduación ya no debería existir, debería ser cero directamente. Se puede salir y divertirse sin beber o fumar, o se puede no conducir también su bebés, es claro. Hay que ser conscientes”.
Sobre el recuerdo materno, señaló: “Mi mamá era todo, es única, yo no tuve papá y ella era eso también, la mejor persona que conocí. Cergio también, era mi figura de hermano mayor, él cubría todo”.
“Mañana comenzaremos a recuperar a mi abuela, que ella pueda volver a vivir”.
“Cerrar el dolor”
Amalia Benedicta Spinnato, fiscal de Instrucción 1 de Posadas, fue designada para acusar en este debate y ayer, durante 80 minutos detalló y contextualizó lo sucedido el domingo 11 de diciembre de 2011 a las 20 sobre la ruta 1 en el carril de regreso de Azara hacia Apóstoles.
“Buscamos una sentencia, buscamos que este paréntesis del debate sirva para poder cerrar el dolor de esta madre y abuela (Rosa Ferreyra) y su familia”, soltó en el inicio de la audiencia en la sala de debates de la avenida Centenario.
“Krutki manejaba de regreso del camping de Azara. Había bebido alcohol, lo confirmó su hermana. (…) se lanzó al sobrepaso de un colectivo de la empresa Águila Viajes, en una zona de descenso como lo indicaba un cartel y luego colisionar una motocicleta que transitaba sobre le mismo carril. El impacto fue por alcance, desde atrás y el auto pudo ser identificado por los vestigios que quedaron en el lugar, entre ellos la patente”.
“Krutki, lejos de hacer lo que la ley de tránsito ordena, huyó del lugar, no se detuvo a dar aviso a la policía, no se detuvo a ayudar”.
Spinnato remarcó con firmeza la necesidad de “visibilizar a las víctimas, porque ellas no pueden decidir y yo no quiero olvidar. El imputado (Krutki) eligió no estar en el debate, no presenciarlo, no escuchar. Gisela y Cergio no eligieron nada”.
“Gisela o Lorena como la llamaba su madre, era una enfermera que cuidaba ancianos, una mujer muy solidaria y relacionada a la atención de los débiles. A ella y a Cergio no le alcanzó atención alguna cuando fueron chocados”.
Reafirmó además las voces de los peritos que intervinieron en la instrucción de la causa y que ratificaron en debate su labor.
“Las pericias reconocen que Krutki transitaba con alcohol en sangre. El resultado del test tomado cuatro horas después (cuando se entregó en la comisaría acompañado de su abogado) indicó 1,56 gramos de alcohol, triplicaba lo permitido. El impacto fue en el medio del paragolpe y capot del auto, los manubrios de la motocicleta dejaron perforaciones y abolladuras en la chapa, sangre humana también fue hallada”.
“No hubo rastro de frenadas, sí de derrape por arrastre, y de estas huellas se determinó la velocidad del automóvil (casi 92 kilómetros por hora) y ninguna maniobra por evadir la colisión”. Destacó que la tragedia vial tuvo como “causa el factor humano, la conducción riesgosa, Krutki no realizó ninguna acción precautoria antes ni después que lograra evitar el doble resultado fatal (…) su actitud posterior fue de absoluta indiferencia por las víctimas. Se presentó a las 1.56 del día siguiente, cuatro horas después y con un abogado”.
Solicitó cinco años de prisión para el acusado, lo consideró autor del delito de doble homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor y cinco años de inhabilitación para conducir. Penas previstas en el artículo 84 del Código Penal vigente en 2011. En 2017 entró en vigencia el 84 Bis con calificaciones más fuertes de hasta el doble de prisión. Pero la ley no puede aplicarse de manera retrospectiva.
Margarita Beltrametti, representante de los derechos querellantes de Rosa Ferreyra y su nieto Ezequiel (20) (hijo menor de Gisela), coincidió con la solicitud de pena y calificación de Spinnato. Fue cruda y directa para resumir en adjetivos la responsabilidad de Krutki: “Huyó como un criminal y en más de diez años no tuvo capacidad ni voluntad de arrepentimiento, no quiso decir ‘pido perdón’”.
“Insisto, sin arrepentimiento no se puede manifestar o garantizar que no vuelva a hacer lo mismo. Además fue negligente no solamente en la forma de conducir el automóvil, también lo fue al fugarse, escaparse”. Sostuvo también la sospecha de ocultamiento de pruebas: “Desapareció el parabrisas del auto, nunca apareció y esto apunta a la evasión de la justicia que intentó Krutki. Actuó con total desparpajo y sin consideración de la vida de dos personas. Un asesino al volante le quitó la posibilidad de vivir a Gisela y Cergio”.
El defensor de Krutki, José Antonio Reyes, no apuntó descripciones o detalles sobre el siniestro y la actitud del encartado. Según su criterio, una pena de tres años de prisión en suspenso era suficiente y acorde a la jurisprudencia misionera y del país.
“Queríamos abreviar y nos fue rechazada la posibilidad”, agregó. También consideró que lo sucedido “fue un accidente no un siniestro de tránsito” y “Acá (juicio oral) no se viene a devolver la vida, esto no es una vendetta”.