En 2013, la Ley 26.582 instituyó e incorporó al calendario cada 8 de noviembre como “Día Nacional de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro” en conmemoración de María Remedios del Valle, a quien el General Manuel Belgrano le confirió el grado de Capitana por su arrojo y valor en el campo de batalla.
La norma insta al Ministerio de Educación de la Nación acordar la incorporación a los contenidos curriculares del sistema educativo, en sus distintos niveles y modalidades, la conmemoración de dicho día y la promoción de la cultura afro.
Además, encomienda a la Secretaría de Cultura de la Nación la conmemoración de esta fecha a través de políticas públicas que visibilicen y apoyen a la cultura afro en sus distintas disciplinas.
La Ley 26.852 fue sancionada el 24 de abril de 2013 y fue promulgada de hecho el 20 de mayo del mismo año.
El último censo nacional registra casi 150 mil afrodescendientes en la población del país.
Desde los porteños barrios de San Telmo y La Boca hasta el Litoral, Los descendientes de los inmigrantes de África se dedican a preservar y difundir sus tradiciones ancestrales.
¿Quién era María Remedios del Valle?
María Remedios del Valle, a la que la historia oficial terminó corriendo a un lado hasta hace muy poco cuando se la “rebautizó como “Madre de la Patria”, fue nombrada por Manuel Belgrano capitana del Ejército del Norte, después de sus varios actos de coraje y estoicismo en algunas de las batallas que salvaron el destino de la Revolución de Mayo, sobre todo las de Tucumán y Salta, en 1812 y 1813.
Aquella guerrera, que ya se había destacado con las armas y como enfermera en los hechos de 1806 y 1807, que la historia llama Las Invasiones Inglesas, tuvo después la desgracia de caer en manos de los españoles, herida de bala tras la derrota de Ayohuma, en Potosí: sufrió nueve días de azotes en público, que le dejaron cicatrices eternas.
Sin embargo, la afrodescendiente pudo escaparse de los realistas, se reincorporó a las filas de los patriotas, combatió otra vez, ahora al lado del infortunado Martín Miguel de Güemes, y cuando en la década del 20 del siglo XIX volvió a su Buenos Aires querido estaba claro que había dado al ideal de la patria todo lo necesario para poder disfrutar del descanso de las guerreras.