Cada uno de nosotros lleva consigo una persona amable y otra oculta. Son muchas las actitudes que adoptamos para ser amados, aceptados, reconocidos. Así vamos guardando en un cofre secreto emociones y conductas negativas que sabemos serían reprobadas: rabia, vergüenza, orgullo, ira, lujuria.
Este territorio no explorado y olvidado de nosotros mismos pasa a denominarse la sombra.
Aquello no visto y negado a tal punto en nosotros que ya no podemos percibirlo.
Deja de existir aparentemente, pero no por ello deja de condicionarnos, vive dentro de lo más profundo de nuestro ser, se oculta tras una máscara.
Nosotros ya no podemos percibirlo directamente, es el dominio oculto de la sombra ya que ésta, por su misma naturaleza, resulta difícil de aprehender.
La sombra es peligrosa e inquietante y parece huir de la luz de la conciencia como si constituyera una amenaza para su vida.
Nuestra sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece, porque descubrirla puede constituir una terrible amenaza para nuestra propia imagen. Es nuestra imagen menos deseada, menos aceptada, es todo lo que tenemos que esconder y de tanto hacerlo se nos vuelve hábito.
Así es que generamos una parte luminosa digna de ser mostrada, amada, respetada, aceptada y una parte en sombra, la cual es rechazada y escondida rápidamente sin advertirlo siquiera.
De tanto negarla no sabemos que la tenemos, no la reconocemos, pasa a estar excluida de nuestra conciencia. Sólo podemos verla indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos.
“Todo lo que vemos en los otros que nos disgusta, es nuestro”.
Nuestra admiración o rechazo ante una determinada cualidad de un individuo o de un grupo es el producto de la presencia de nuestra sombra en el otro. Nos encontramos en ese momento bajo la presencia de la sombra. Sobre todo si nuestra reacción es desproporcionada.
De este modo pretendemos deshacernos de la sombra de nuestro interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo por desterrarlas de nosotros mismos. Esfuerzo inconsciente y es así como entraremos en una repetición inconsciente.
No temas a tu sombra ella es tu tesoro, ya que donde está el dolor y la limitación está la solución. Nuestra sombra personal contiene todo tipo de capacidades potenciales sin manifestar, cualidades que no hemos desarrollado ni expresado. Justamente la limitación nuevamente nos muestra la salida, obligándonos a romper nuestros hábitos y a cultivar capacidades latentes hasta ese momento.
Toda confrontación con nuestro lado oscuro puede paralizarnos o nos puede ayudar a encontrar la salida.
Escuchar y digerir los mensajes procedentes de nuestro mundo subterráneo es una salida.
Detrás de la sombra siempre está la puerta hacia la expansión y la luz. Restablecer el contacto con nuestra sombra es también poder integrar el contacto con nuestras capacidades ocultas.
Así de a poco integrando y haciéndonos cargo de nuestra sombra, la cual cada uno de nosotros posee es dejar de oscurecer la densidad de la sombra colectiva.
Aceptar e incluir la sombra personal es comenzar a caminar hacia la luz de la conciencia. Esto es un trabajo y responsabilidad individual.