En el artículo anterior reflexionábamos acerca de la importancia de la empatía. Precisamente por tratarse de una habilidad tan indispensable, hoy los invito a pensar qué comportamientos nos alejan de ella para no confundirnos.
En primer lugar les propongo diferenciarla de la simpatía. En esto, es clave distinguir cuando escuchamos poniendo como punto de referencia nuestra propia experiencia, de cuando lo hacemos con el foco en el otro.
La persona que simpatiza se vincula con lo que el otro expresa a partir de relacionarlo con su propia vida, entonces busca recordar una experiencia similar para lograr conexión y por eso termina hablando de sí misma. En cambio, escuchar desde la empatía implica mantener el foco en recibir y estar presente con la experiencia del otro, sin pretender explicarla a partir de lo propio.
La simpatía no tiene nada de malo, simplemente es importante distinguirlo para valorar el nivel de profundidad en la conexión y sanación que requiere la empatía.
Otra distinción que nos aleja de la empatía es minimizar. Cuando alguien nos cuenta algo, a veces, con la mejor intención le quitamos importancia con comentarios como “no seas exagerada, no es para tanto!”. Para ser empáticos es clave escuchar lo que es importante para la otra persona y respetar el valor que ella le está asignando.
Minimizamos cuando escuchamos a la otra persona desde nuestra propia medida y no desde lo que está significando para ella.
Otra actitud a evitar cuando queremos conectar desde la empatía es dar consejos o soluciones ni bien alguien nos cuenta lo que le sucede.
Si bien los consejos pueden ser desde la mejor intención, a veces los largamos sin la información suficiente y nos desconectan del relato y la vivencia de nuestro interlocutor. Confiemos en la sabiduría de quien se expresa para encontrar sus propias respuestas al escucharse y ser escuchada. El consejo puede venir después.
De igual manera nos alejamos de la empatía cuando respondemos a lo que nos cuentan contando nuestra propia historia. “No he podido dormir en toda la noche.” “Uyy si te cuento lo que me pasó a mí…”. Cuando esto ocurre estamos desplazando el foco de atención hacia nosotros quitando a la persona el espacio necesario para profundizar lo que le sucede. Quizás la historia puede ser de más ayuda si viene después que nuestro interlocutor ha sido escuchado con empatía.
Otras veces, consolar es la mejor forma que encontramos para acompañar a alguien que está experimentando sentimientos intensos. Sin embargo, para quien los vive puede ser aún más doloroso no tener compañía para sentirlos al ver que la persona que lo escucha se siente incómoda, buscando formas de distraer ese dolor por no saber como estar presentes con él.
La empatía también es una forma de acompañar al otro en los lugares íntimos de mayor soledad. Animémonos a practicarla.