Con el anuncio de ayer se robustece el cuestionamiento acerca de los cálculos y proyecciones oficiales cuando no se atiende con medidas de fondo una crisis como la que crece sin pausa en Argentina.
El Gobierno nacional adelantó ayer que las jubilaciones y pensiones de la ANSeS y las asignaciones universales aumentarán 15,6% a partir de diciembre.
A esto se sumará un bono de 10.000 pesos en diciembre, enero y febrero para jubilados que cobren el haber mínimo, y de 7.000 pesos para los que perciben un monto equivalente a dos haberes mínimos, lo que incluye al 84% del total de los jubilados.
Al tener que volver a recurrir a bonos para compensar las sucesivas pérdidas que se evidenciaron todo el año queda claro que las fórmulas que los diferentes gobiernos instauraron y modificaron cada vez que se fueron reemplazando no funcionan. Y no lo hacen porque sigue sin abordarse el drama inflacionario con un enfoque técnico distinto a los controles de precios y programas semiacordados con los proveedores, programas que, en el mejor de los casos, apenas tienen un efecto efímero en el centro del país.
Seguir intentando rescatar de la miseria a millones de jubilados y pensionados con una movilidad defectuosa y bonos que pierden poder en apenas días ya no tiene sentido. De hecho, representa un despilfarro que sólo busca enmascarar escandalosos niveles inflacionarios que todos sentimos en las góndolas y los servicios.
Lo mismo ocurre con el salario mínimo vital y móvil, que este año estuvo más móvil que nunca.
El Consejo que lo define volverá a reunirse por enésima vez en pocos días y buscará equipararlo con la escalada de precios, algo que no logró en todo 2022.