(Por Sylvia Colombo, corresponsal de Folha en Buenos Aires).
Con tanta pasión, este deporte de tratar de predecir si América Latina irá a la izquierda o a la derecha en cada elección parece que sólo sucede aquí.
No veo analistas gastando tanto tiempo y tinta en concluir, discrepar o sellar que Europa irá más a la derecha con la llegada de Rishi Sunak, actual primer ministro del Reino Unido y líder del Partido Conservador y Unionista, a Downing Street, o si Norteamérica es más o menos progresista con Justin Trudeau/Joe Biden/Andrés Manuel López Obrador, en Canadá, Estados Unidos o México respectivamente, una tríada tan variada que podría extenderse por todo el mundo, o que Oceanía o Escandinavia experimenten oleadas conservadoras o progresistas con cada nuevo gobierno en sus países.
En el fondo, lo encuentro gracioso. Y, por supuesto, no soy la única a la que le molestan los análisis de países hechos así, “en cuenca”.
El mapa que ilustra este texto, que se viralizó en las redes tras la victoria de Lula en Brasil, el día 30, probablemente también fue elaborado por alguien cansado de los clichés sobre “cambios de marea” y “giros del ajedrez político de la región” que se extendió en tiempos de cambio de gobierno.
No es que este tipo de enfoque no sea útil, por el contrario, trazar paralelos, ver puntos en común relacionados con el contexto regional y global son ejercicios intelectuales importantes para hacer.
Tomados realmente en serio, pueden incluso conducir a un intercambio de políticas públicas exitosas de un país a otro.
Pero lo cierto es que, en los últimos tiempos, sólo parece alimentar los grandes reduccionismos que luego se utilizan para armar campañas electorales superficiales, en forma de coros que escuchamos en estos tiempos, que un solo país “será Venezuela”, que el otro “se vuelva Argentina”, que tal político “se mude a Cuba o a Afganistán”.
Pero vayamos al mapa que, de manera divertida, nos muestra que definitivamente las peras no son lo mismo que las manzanas.
Circuló antes en las redes, pero fue publicado y analizado por el excelente boletín Latin American Risk Report, firmado diariamente por James Bosworth.
Matices
Primero, vayamos a la parte divertida. Tenemos la izquierda rosa, es decir, no tan extrema, donde a partir del 30 están Brasil y Colombia. Chile también es una izquierda rosa, pero con un detalle, sería una izquierda fan de Taylor Swift, joven y moderna.
Otro que es color de rosa, pero en el que hay un conflicto latente entre el propio gobierno es el de Bolivia, en el que “una mala y vieja izquierda persigue tras bambalinas al actual gobierno”, se habla de la ruptura y la eterna necesidad para intervenir en el gobierno del presidente Luis Arce por parte del expresidente, Evo Morales.
Allí también aparece Perú, con su izquierda conservadora. Casi por un hilo, pero desde hace más de un año en esta condición está México, también conservador y con un estilo populista único de izquierda autoritaria.
Finalmente, dictaduras de pura sangre como Venezuela, Cuba y Nicaragua. Ah, sí, los “aburridos y de centro-derecha” de Paraguay y Ecuador.
Cada país es único
La guinda del pastel es tener una categoría solo para Uruguay. Aunque actualmente el país está gobernado por el centro-derecha, y sigue siendo un faro de igualitarismo, institucionalidad y garantía de los derechos civiles y de identidad.
Todo lo descrito anteriormente es un tema abierto para el debate y la discusión. Pero el corazón del mensaje me parece claro y correcto. Cada país es único, cada contexto es particular.
Si Gustavo Petro, en Colombia, siente que debe priorizar soluciones diferentes, para poner fin del conflicto armado con las guerrillas de las FARC, a las de sus antecesores es porque la violencia histórica que viven los colombianos es fruto de su propia trayectoria.
Si el pueblo indígena peruano representado por Pedro Castillo tiene estos valores y esta forma de actuar es porque solo el Perú ha vivido una experiencia de nacionalismo indigenista con enfrentamientos y hasta guerras fratricidas.
Si Venezuela vive una crisis humanitaria por la dictadura chavista, esto también es fruto de un desarrollo histórico particular, de un país rico y desigual, en el que hay figuras con muy poca preocupación social y grandes alianzas con el crimen organizado, a diferencia de lo que decía Hugo Chávez quien representó otra idea en sus inicios.
Argentina y Uruguay
¿Quieres ver algo más específico de un país que la eterna crisis argentina? De hecho, está fuera de lugar ponerlo en un mapa de países de izquierda.
Y el mapa es muy acertado en su descripción: “Se describe a sí mismo como de izquierda, pero en realidad es una especie de teoría del caos económico”. Nada que oponer.
Y Uruguay, bueno, Uruguay tiene una historia de la que estar orgulloso, con líderes del pasado que debemos agradecer hasta el día de hoy, como José Pablo Torcuato Batlle y Ordóñez. Tampoco sería posible asociarlo a ningún otro país en términos del modelo de Estado.
El mapa es una broma, pero se ríe de nosotros mismos y de nuestras explicaciones sobre el mundo y la región en la que vivimos, pero que apenas conocemos.
De hecho, tomada en serio, es una invitación a reflexionar sobre lo que significa estar todos en la misma región, qué contactos e intercambios son válidos, cuáles son indeseables y por qué, cualquiera que sean los cambios en términos de gestión, ciertas idiosincrasias son inválidas.