Abogado, máster en Economía y doctor en Filosofía, el nombre de Fernando Haddad, exalcalde de São Paulo, llevaba semanas sonando como futuro jefe de las finanzas de Brasil. Ayer, finalmente, el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, lo confirmó poniendo fin a las especulaciones sobre un cargo clave no sólo para ese país sino para buena parte de la región.
Si bien Haddad es considerado un moderado dentro del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, los inversores temen un gasto social desenfrenado y una falta de disciplina fiscal. Pero el futuro jefe del palacio de Hacienda tiene pergaminos que lo avalan. Como alcalde de São Paulo entre 2013 y 2016, Haddad renegoció la deuda de la mayor ciudad de Brasil con el Gobierno federal, reduciéndola en unos 50.000 millones de reales y obteniendo el grado de inversión. Tras buscar sin éxito la reelección como alcalde en 2016, se abocó a ser profesor universitario.
Su relación con Lula creció durante la campaña presidencial de 2018, cuando era el candidato del PT después de que Lula fue excluido de la carrera por condenas por corrupción que luego fueron anuladas.
Haddad dice entender plenamente los peligros que acarrea la deuda, pero sostiene con el mismo énfasis que el gasto público puede tener un efecto multiplicador en el crecimiento económico a la vez que distribuye la renta en la sociedad. Haddad también ha defendido cambios en los impuestos a la renta, el patrimonio y un impuesto sobre el valor añadido en el consumo.
Todo indica que, lejos de buscar un efecto integrador e impulsar un proyecto continental industrial, el próximo Gobierno brasileño priorizará en sus primeros pasos tender una soga a las millones de personas que cayeron en la pobreza en los últimos años.