Hasta hace poco nomás nos parecía que 2022 iba a ser un año paupérrimo, un auténtico “annus horribilis” solamente elucubrado por una dirigencia (oficialista y opositora) que pasará a la historia como una de las peores para los tiempos y las crisis que corren.
Pero gracias al fútbol y de la mano de un grupo de jugadores que representaron dignamente al pueblo argentino, la historia cambió su curso y 2022 tiene mejor pinta. La que no varió mucho su imagen es la dirigencia (oficialista y opositora) que condujo al país hacia uno de sus peores estadios en décadas.
De hecho no cambió su performance ni siquiera durante la campaña de la Selección argentina y sólo se dedicó a buscar la foto con los campeones, como si eso mejorara la impresión del pueblo acerca de buena parte de sus funcionarios.
La euforia por la obtención de la Copa no se contagia ni a la economía ni a la política. Requiere de más y mejores políticos.