Los edificios que conforman la chacra 122 reflejan claramente la falta de mantenimiento, con solados corroídos, paredes que en algunos sectores se encuentran cubiertas por la humedad y que apenas dejan ver los restos de la única mano de pintura que recibieron hace muchos años, quizás cuando fueron entregados a sus primeros dueños. Hoy, un grupo de vecinos intenta avanzar en conjunto con el objetivo de pintar, reparar los techos y colocar en condiciones las instalaciones eléctricas en espacios comunes como así también resolver el tema de la inseguridad que los aqueja.
Según comentó Héctor Rodríguez, inicialmente “el barrio se denominó Papel Misionero y estaba destinado principalmente a empleados de esa institución y fue construido por el IPRODHA. Con el paso de los años se fueron vendiendo los departamentos, también algunos propietarios lo pasaron a sus hijos o se vendieron a otras personas”.
Rodríguez siguió detallando que “cuando nació el barrio fue una buena opción porque fue nuestra casa propia pero el desencanto también fue grande con cada lluvia porque hasta hace poco se inundaba gran parte debido a que está construido por debajo de la línea de las avenidas principales que nos rodean y además pasa el arroyo acá cerquita. Las lluvias se acumulaban y el agua entraba en varios edificios. Además, ahora tenemos asfalto pero antes Blas Parera era todo de tierra y en momentos de sequía la polvareda quedaba suspendida en el aire casi todo el día, vivíamos como en una nube de tierra y con la lluvia casi no se podía pasar por el barro”.
Para mejorar
Rodríguez, junto a otros vecinos que escuchaban y asentían al improvisado vocero, apuntó que “hay una comisión vecinal que hace la parte burocrática y consiguió algunas mejoras pero como siempre pasa, se cansan de andar peregrinando por los distintos organismos llevando notas que luego quedan archivadas en un escritorio. Es más, ahora resulta que te exigen que haya una nota firmada por la comisión vecinal que debe estar al día con todos los papeles de personería jurídica sino no la reciben cuando el problema no espera y es real. Es por eso que lo que buscamos son soluciones prácticas para mejorar”.
Contaron que “buscamos que, por ejemplo, se acerque alguien de la Municipalidad, del IPRODHA o una cooperativa y que podamos obtener el permiso para que se pinte al menos un edificio por mes y que vayamos pagando. Ocurre que yo, si vivo en un segundo piso, no puedo pintar sólo mi fachada también tiene que hacerlo el resto de los vecinos de los costados, de arriba y de abajo. Hay que buscar la forma que se pueda hacer porque queda muy feo a la vista y además acarrea los problemas de humedad y filtraciones”.
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Los techos “filtran mucho”
También resaltaron los vecinos de la chacra 122 que “el tema de los techos es otro de los inconvenientes que tenemos y viene de arrastre sin solución. Pasa que el dueño del departamento del último piso es el que tiene las chapas sobre su cabeza que con los años se fueron deteriorando, están todas oxidadas, muchos clavos están flojos y eso provoca que se filtre el agua cuando llueve intensamente y llegue hasta los departamentos de más abajo”.
Resaltó que “se entiende que ese vecino no quiere hacerse cargo de los costos totales y como no hay financiación de algún ente u organismo la situación sigue empeorando”.
Cada vez más “jaulas antirrobos”
Otro tema que expusieron los vecinos de la chacra 122 es el referido a la inseguridad que, según explicaron, “tiene sus vaivenes y hoy estamos en un momento complejo porque es como que recrudeció en los últimos dos meses y la verdad es que en un descuido ingresan a los departamentos o fuerzan las puertas de los autos que quedan estacionados en la calle”, señaló Jorge Dávalos a este Medio.
El vecino comentó que “nuestro barrio es amplio y no se pensó el tema del estacionamiento para los autos, entonces quien tiene un vehículo primero lo dejaba al frente del edificio expuesto a todo, a las inclemencias del clima como el granizo y a mano de quien pase por el lugar. Después empezaron a construir los garajes en forma de jaula y se multiplicaron ¡pero que pasó? forzaban hasta los candados para acceder a los autos y llevarse la rueda de auxilio o herramientas de su interior”.
Dávalos apuntó que “en algunos sectores del barrio contrataron serenos y en otro no porque no pueden pagar o consideran que no hay que pagar para que vigilen espacios públicos. Con la policía tenemos buena relación, en cada gestión que cambian al comisario se acercan a dialogar pero las soluciones son parciales, duran un tiempo y luego se olvidan de pasar a hacer una ronda preventiva no sólo desde el auto sino caminando, viendo si alguien está en actitud sospechosa acercarse a hablar, eso sirve”.
La iluminación, “mejoró bastante, ayudó, se asfaltaron algunas calles internas y eso está bien, pero a la vez provocan que sean vías de escape más rápido para quien llega al barrio con la intención de delinquir, cosa que ya nos pasó en más de una oportunidad”.