En los últimos días usuarios hicieron notar en las redes sociales que año a año se oye menos el canto de las chicharras en Posadas.
Mientras que hace unos años en noviembre se escuchaban los primeros cantos anunciando la cercanía del verano, hoy en día en pleno enero son muy pocas las que se oyen en la ciudad capital.
Para esclarecer por qué sucede esto, PRIMERA EDICIÓN consultó con el biólogo y guardaparque Ernesto Krauchuk, quien explicó con más detalle cuáles son los factores que pueden estar afectando la presencia de chicharras en la capital misionera.
“Si bien no podemos hablar de motivos exactos, tenemos que tener en cuenta que las chicharras tienen un ciclo de vida largo y pasan mucho de este ciclo como ninfas bajo tierra”, comenzó explicando.
Es decir, las chicharras viven como ninfas dentro de la tierra de 4 a 17 años (dependiendo de la especie) y se alimentan de la savia de las raíces.
Es por eso que uno de los factores que pudo haber influido en la disminución de población, según Krauchuk, fueron los largos períodos de sequía (en especial los del año pasado), ya que éstos no sólo afectaron el suelo sino la forma en la que estos insectos se alimentan.
Por otro lado, el biólogo mencionó que, con el tema de la prevención del dengue y los mosquitos transmisores, se pudo haber realizado fumigaciones caseras y masivas en los barrios.
“Hay gente que fumiga el patio porque hay ácaros, por ejemplo, y ese mismo componente puede matar muchos bichos que hay alrededor. Eso podría haber afectado a las chicharras en etapa adulta (que son las que cantan en los árboles)”, manifestó.
Por otra parte, Krauchuk también mencionó el hecho de que cada vez hay más zonas urbanizadas en la capital, “con la conversión de césped a piso, todas las ninfas que quedaron bajo tierra pudieron haber muerto; o con la tala de zonas boscosas para la urbanización, pudo pasar que las chicharras hayan salido de la tierra y no hayan tenido dónde eclosionar”, indicó.
Al respecto, cabe destacar que con “eclosionar”, Krauchuk se refirió al proceso cuando las chicharras salen de la tierra, suben unos tres o cuatro metros sobre un árbol y se produce la metamorfosis: donde la ninfa se transforma en adulto, dejando atrás un cascarón color café, para convertirse en adulto con largas y membranosas alas.
“Para ese proceso se requiere sí o sí tener cerca un árbol o un arbusto porque ellas no se suelen agarrar de cemento. Es decir si salen de la tierra y ya no hay árboles no pueden completar su proceso”, explicó
Si bien el especialista remarcó que no se puede determinar con exactitud qué fue lo que pasó con las chicharras, aclaró que la disminución de estos seres puede deberse a la combinación de esos tres factores.
No obstante aclaró que en el interior de la provincia y la zona selvática la población de chicharras se encuentra normal.
“Por diciembre en el Parque de la Sierra, que es donde trabajo, las chicharras comenzaron a eclosionar, con normalidad”, afirmó. Algo que, a su vez, se debe a la diferencia entre los ecosistemas “por ejemplo en las calles de tierra se ven sapos, ranas, algunas víboras, lagartos que no se ven cuando eso se convierte en asfalto y hormigón”, agregó.
Bichitos de luz: los otros actores ausentes
Por otro lado, tal como sucedió con las chicharras, usuarios de las redes sociales hicieron notar que también cada vez se ven menos bichitos de luz, específicamente los “taca taca” que son propios de la región. Incluso en zonas oscuras y descampadas.
Ante eso Krauchuk afirmó “eso sí sabemos que está habiendo mucho menos, sabemos que el ciclo de vida de estos insectos se desarrolla en restos de madera podrida como el ambay, la palta. Es decir, para que haya taca taca debe haber acumulación de madera podrida”, explicó.
Es por eso que un factor determinante para la disminución de las taca taca podría ser, según Krauchuk, la desaparición de los bosques.
Por otro lado, en el ámbito urbano cada vez hay más luz que es un elemento contaminante que interfiere en la aparición de estos insectos.
En ese punto de la entrevista recordó que cuando era pequeño, “juntábamos frascos de taca taca y era un espectáculo porque en esa época no teníamos energía eléctrica, entonces eran frascos luminosos que poníamos en diferentes lugares de la casa y minutos antes de acostarnos a dormir, los soltábamos para verlos volar. Ese fenómeno no se da ahora. Si tuviéramos que juntar un frasco de taca taca tardaríamos días”, agregó.
No obstante, pese a las posibles razones de la contaminación lumínica y la desaparición de los bosques, Krauchuk explicó que la disminución de estos insectos responde a una tendencia mundial. “Si años atrás una persona hubiese viajado de Posadas a Corrientes de noche, hubiera visto una gran cantidad de bichos en el vidrio del auto. Hoy por hoy te das cuenta que no hay insectos”.
Según el biólogo se trata de un fenómeno global por el cual las poblaciones de insectos son mucho más bajas que años anteriores. Además, “hay que tener en cuenta que todo es cíclico: por ahí las especies tienen un momento donde hay bajo número de individuos, después hay un éxito reproductivo y llega un punto donde hay muchísimos, y después va bajando nuevamente hasta no verse. Esas cuestiones son naturales y pasan”, explicó.