Una vez más, y aunque la historia los haya dejado desnudos siempre, los dirigentes de quienes se espera aplomo, trabajo y resultados, vuelven a apostar a la tradicional y abominable venta de expectativas carente de fundamentos.
El reciente preanuncio del ministro Sergio Massa sobre un Índice de Precios al Consumidor descendente hasta abril, implica la continuidad de la pérdida de credibilidad en el plan antiinflacionario que, más allá del microcentro del país, sigue sin dar resultados evidentes.
Anclar las expectativas a una victoria tan pírrica, como haber cerrado la inflación de 2022 en dos dígitos, es un error fundamental y un muy mal pilar sobre el que reconstruir la estructura económica de este año.
Sin dudas, la decisión de Massa de ponerle cifras y plazos a la política antiinflacionaria implica un riesgo elevado desde el punto de vista político, pero vuelve a llevar al límite a una sociedad cansada de las exhortaciones al optimismo, sin otro resultado más que el crecimiento de la pobreza.
Debiera entonces el ministro hacerse cargo del rol que le confiere su alianza gobernante, y buscar aplacar los precios beneficiando así al grueso de la sociedad. De otra forma, es más de lo mismo.