¿Cómo te sentís cada vez que llueve?, ¿lo disfrutás?, ¿tenés miedo?. Estas cosas pueden pasar, así que te invito a mirar la lluvia desde otro lugar.
La lluvia es una bendición: el aire se renueva, toda la vegetación parece más verde, y acá en Misiones -con el calor que parece sofocarnos- la lluvia es un alivio. Todo nuestro ser la pide, la necesita; así es que disfrutá de ese momento que nos trae renovación, claridad y relajación.
La lluvia contiene todos los colores. Si bien la podemos ver como gotas de agua, las mismas actúan como un espejo, y aquella luz que pase a través de ellas refleja todo a su paso; por eso, en lugares con grandes caídas de agua, se pueden ver los colores del arco iris.
La lluvia te invita al silencio, a estar con vos, a abstraerte del mundo. Es muy buena compañía a la hora de dormir, y el olorcito a tierra mojada te lleva a pensar en bosques, selvas, árboles y plantas. ¿Con qué color disfrutas la lluvia?, ¿qué te dice tu ser en ese momento?.
Cuando tengas la posibilidad de estar en presencia de esa agua bendita, cerrá los ojos, disfrutá de su olor y observá qué color se te viene a la cabeza. Ese color es el que estás necesitando, incluso te puede estar dando respuestas.
Los colores hablan y con la lluvia de testigo la magia crece más. Bendice cada momento, el día de sol y de lluvia. Disfruta de los colores que te traen. Mira la lluvia con los ojos del corazón y verás lo afortunado que eres por el solo hecho de respirar cada día.