Para aprender a desapegarte, primero tienes que sostenerte en una única visión y luego vibrar en alegría. Pero, ¿qué es el desapego? ¿Es olvidarse del mundo, de todo y de todos?
Desapego no significa amargura ni resentimiento. Cuando estás desapegado sientes tanto amor que atraes amor a tu vida; atraes a tu lado a seres que desean estar contigo.
El desapego es confiar. Confía con fe ciega en que tus decretos ya se han manifestado. Esa es la fe que mueve montañas. Estás en medio del caos y eres la presencia protectora invencible.
Cuando pides algo a través de la Presencia Yo Soy, puedes olvidarte del tema, porque sabes que eso que has pedido ya está en tu vida; ya es.
Si lo pides en tiempo presente, eso llega inevitablemente a tu vida. No obstante, recuerda que en este plano físico necesitamos tiempo para ver cumplida la petición, pero energéticamente, si lo pides lo tienes.
Así que pide y olvídate por completo. En otras palabras, desapégate. Comprendo que no es fácil desapegarse porque también opera en nosotros una resistencia que aflora en una gran variedad de cosas.
A veces se detonan en ti memorias que te colocan en una especie de nebulosa, alejado de tu Presencia Yo Soy, de tu única visión y de una frecuencia alta. Para ayudarte a salir del autosabotaje tenemos un decreto muy poderoso: “Yo Soy la ley del perdón en la mente y los corazones de todos los hijos de Dios”. Repítelo todo el día, y verás que será fácil para ti poder desapegarte. Estarás transmutando todo lo que está a tu alrededor, en lugar de pensar cuánto más tardará en llegar lo que has pedido.
También te comparto el siguiente decreto, que es una gran enseñanza sobre el desapego: “Suelto todo esto que veo. Lo dejo ir con todo agradecimiento. Ya no lo necesito. Mi Presencia Yo Soy equilibra mi cuerpo, mi mente y mi mundo”.
Fíjate en la primera palabra de este poderosísimo mensaje. Sueltas por completo eso que ves y entras en el desapego. Te mantienes en una única visión, que es entrar en tu poderosa Presencia Yo Soy, y entonces decretas por ejemplo, la protección invencible, o el vibrar en alegría. Luego, lo sueltas todo.