Una vez más, los Bomberos Voluntarios de Misiones debieron recurrir a medidas drásticas para ser escuchados o, mejor dicho, para que les den lo que es suyo. Que para colmo no es suyo, sino de todos nosotros, ya que ese dinero que reclaman no va a parar a sus bolsillos sino al trabajo que realizan desinteresadamente por la comunidad en sus momentos más complicados.
El cese de los servicios que los brigadistas prestan cotidianamente sobre la ruta nacional 12 en la tierra colorada se ha convertido ya en una triste costumbre cada cierto número de meses: cada vez que la desidia de la concesionaria vial provoca una deuda acumulada en el pago por esos servicios, que deja a los bomberos sin recursos para concurrir a los lugares donde se los requiere por incendio, siniestro vial o algún otro motivo.
Es que, como remarcó ayer el presidente de la Federación de Bomberos Voluntarios de Misiones, Waldemar Laumann, en la radio de PRIMERA EDICIÓN, “el voluntario es la persona, pero todo lo demás (equipamiento, combustible, insumos) tiene un costo, y ahora nos quedamos sin recursos”.
Parecía que las tristes declaraciones en diciembre del viceministro de Ambiente nacional, despreciando el trabajo que realizan los brigadistas, habían quedado en el pasado y que el posterior desagravio oficial (e incluso mejoras en las condiciones laborales de algunos cuarteles) dejaba en claro el importante papel que cumplen los bomberos voluntarios en sus comunidades. Pero no: el ninguneo continúa, en este caso no por el Estado de forma directa pero sí indirecta, a través de una concesionaria vial designada por él. Y de esta forma deja desprotegida ante cualquier eventualidad a la sociedad que se supone que es su única razón de ser.