Las primeras consecuencias de la fractura del bloque del Frente de Todos en el Senado de la Nación se dejaron ver ayer en toda su amplitud y con efectos inmediatos en la sociedad.
Luego de la pérdida de cuatro legisladores que prefirieron escindirse antes que seguir siendo parte de una agenda claramente centralista, el oficialismo no logró salir adelante con su intención de debatir y aprobar leyes que bien les hubieran venido a los argentinos.
Una de las iniciativas que se deglutió ayer la cada vez más profunda grieta política fue la de Alcohol Cero al Volante, un proyecto que ya cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados y seguirá pendiente en el Senado.
Así las cosas, la Cámara alta cerró el período de sesiones extraordinarias sin poder siquiera sesionar, un claro efecto de la ruptura política de esta semana, pero también de la imposibilidad de acordar algo, aun cuando se trate cuestiones fundamentales.
El Congreso, que se apresta a ingresar en una parálisis propia de los años electorales, dejará sin tratamiento normas fundamentales para el mejor funcionamiento del país y dependerá ahora de acuerdos políticos atados a favores de los que poco y nada sabremos.