Hace más de 21 años que vive en la capital provincial y pasó la última década como párroco en la Sagrada Familia, una iglesia tradicional de las cuatro avenidas posadeña. Desde inicios de febrero, está a cargo de la parroquia Santa Catalina de la avenida homónima.
Pero el sacerdote Alberto Barros (a su vez vicepresidente de Cáritas diocesana) mantiene con el correr de los años: su crítico diagnóstico de la realidad social no sólo de la ciudad, la provincia sino del país.
En los estudios de la FM 89.3 Santa María de las Misiones, Barros abordó especialmente la problemática del narcotráfico y las adicciones con una frase categórica producto de sus recorridas por los diferentes barrios, unidades penales y asentamientos nuevos en las diferentes ciudades de la Diócesis capitalina: “la droga está haciendo estragos en los más chicos”.
“El problema de las adicciones es general, no respetan edades ni clases sociales pero lo viven de diferentes maneras. En la clase media alta hay muchísima adicción al alcohol, drogas con determinados tipos de sustancias que por ahí son diferentes a las que consumen chicos en los asentamientos. Hay drogas de todo tipo, para todos los gustos y de todos los precios. Y creo que en ningún ambiente se salva y los jóvenes están particularmente expuestos”, contextualizó.
Para que la droga se distribuya, debe haber una cadena de responsables del ingreso o la producción de las mismas hasta que lleguen a los puntos de distribución.
En eso, Alberto Barros apuntó sin dudar: “El narcotráfico no podría existir si no hubiera complicidades de distintos ámbitos del poder, de algún sector del poder, algún sector judicial, de fuerzas de seguridad, algún sector empresarial porque hay que lavar el dinero, ¿no? Y todo este circuito de lavado de dinero, que es gigantesco, hasta que no se lo corte, el narcotráfico sigue vivito y coleando por más que se detenga a un camión, a tres personas por aquí y por allá”.
Respecto a quiénes caen como responsables, contó que al visitar los penales misioneros con el equipo de Cáritas, “uno se encuentra a algunas personas por delitos federales de droga pero ¿quiénes son? Alguna persona que intentó cruzar por el puente algún paquetito. Pero no te encontrás con grandes personajes del narcotráfico y menos que menos lavadores de dinero que son prácticamente intocables”.
El sacerdote, una de las pocas voces de la Iglesia católica que traza el contexto con crudeza, se refirió al aprovechamiento que hace el narcotráfico para reclutar dealers en momentos de poca oferta laboral o de pobreza.
“El sistema del narcotráfico aprovecha todo para el negocio. A veces a gente muy sencilla, muy pobre le ofrecen un dinero importante de un día para el otro y te ilusiona en medio de tu situación de pobreza. En alguna unidad penal, alguien me decía por ejemplo: ‘Estoy acá porque tenía una necesidad enorme. Tengo tres hijos y no sabía cómo sostenerme y me ofrecen esto.Y era la única salida. Yo no tenía para poder darle algo a mis hijos’. Pero esta persona con su profunda fe me dice ‘sé que hice mal, me equivoqué. Sé que Dios me va a perdonar. Ahora quiero vivir de otra manera’. Bueno, terminó en la prisión por narcomenudeo”.
Las tres “C” de las drogas
El padre Barros sostiene: “La droga siempre termina tarde o temprano en calle, cárcel y cementerio: las famosas tres C”.
“La droga siempre mata, va destruyendo y literalmente va destruyendo neuronas, la capacidad cognitiva y biológicamente a los chicos, va complicando las relaciones sociales y puede terminar muchas veces directamente en la muerte con problemas de sobredosis. En lo personal acompaño a muchos jóvenes con problemas de adicciones y, así como es un tema muy difícil, muy complejo, porque una vez que entrás es difícil salir pero no imposible”, contó.
Alberto Barros cree que “de última, la droga tiene que ver con algún tipo de vacío existencial”.
Entonces, los que la consumen atraviesan “… un intento absurdo, ilusorio, negativo, mortífero de querer llenar vacíos existenciales en cualquier clase social. Por ejemplo, hay gente quien tiene muchísimo dinero, que no le falta nada, un gran bienestar. Pero están vacíos interiormente, muy vacíos. Entonces empiezan a hacer caminos buscando sensaciones nuevas, buscando algo que les dé una alegría nueva en la vida y se meten en cuestiones muy complejas como cocaína y muchas otras cosas. Hay un vacío existencial por más cosas que tengas, porque la vida no se soluciona con dinero, la vida no se soluciona con bienestar. La vida se soluciona en una vida intensa, en el amor, en el servicio y en relaciones sanas con los demás, en contribuir al bien común de tu sociedad, lo que te planifica”.
Fuera de la clase más acomodada socialmente, el vicepresidente de Cáritas sostuvo: “En el mundo de la pobreza, muchas veces la droga tiene que ver también con el salir de una experiencia de dolor fuerte, de exclusión, de un dolor muy grande por vivir esa situación de pobreza que aplasta, la falta de esperanza, la falta de un proyecto de vida mejor. Y la droga se transforma también en otra forma de evasión, en otro contexto que no termina solucionando nada sino todo lo contrario. Termina destruyendo”.
“Hay muchas vidas que se van frustrando con el tema de las adicciones, sobre todo el alcohol, las drogas empezando por la marihuana y siguiendo por cocaína y derivados, drogas sintéticas en pastillas que son muy comunes en muchos lugares de diversión, de encuentro juvenil y, hoy por hoy, están al alcance de la mano de todos”, advirtió Barros.
“Uno de los peligros más grandes es acostumbrarnos a la pobreza”
En otro tramo de la entrevista con FM de las Misiones, el párroco de Santa Catalina, Alberto Barros, se refirió al impacto de la inflación y la pobreza especialmente en las zonas donde viven las personas que más necesitan ayuda para vivir.
El vicepresidente de Cáritas recordó: “Los números son siempre rostros. Son personas. Cuando hablamos de una Argentina que tiene prácticamente la mitad de su población en situación de pobreza, una inflación anual de casi el cien por ciento; cuando hablamos de más de la mitad de los chicos menores en situación de pobreza (UNICEF habla de dos de cada tres chicos en esa situación) es alarmante. Entonces, claro, los números pueden sonar fríos, pero no reflejan personas concretas. Son niños, familias, abuelos. Creo es un panorama muy duro”.
“Uno de los peligros más grandes que podamos tener la Argentina es acostumbrarnos a la pobreza. Bueno, ya es un una foto habitual, ¿no? Entonces podemos correr el riesgo de habituarnos a que la pobreza sea normal y deje de dolernos. Y cuando la pobreza nos deja de doler, en el fondo dejamos de comprometernos para buscar una solución. Creo que ese drama hay que enfrentarlo. La pobreza no puede ser indiferente, no nos puede dejar sin cuestionamientos”, advirtió Barros.
Incremento de pedidos de ayuda social
Barros admitió que aumentó la cantidad de personas que requieren asistencia social. En ese contexto, sostuvo: “La demanda está en todos lados, según los sectores que se trate. Pero, por ejemplo en Posadas, tenemos gran periferia de pobreza, llena de asentamientos, muchos de los cuales surgieron en el tiempo de la pandemia, con gente que ya no pudo pagar un alquiler muy sencillito, de poco dinero. Ni siquiera eso.Y terminaron asentándose donde pudieron como pudieron. Aparecieron muchos de esos barrios en las ciudades del interior, también muchas tienen cordones de periferia con mucha pobreza como San Ignacio, Candelaria, todo eso implica responder de la mejor manera inmediata con mercaderías o ropa, apoyo escolar, comedores, generar pequeños emprendimientos”.
Ante la crisis, el sacerdote admitió: “Muchas veces uno siente la impotencia de no poder resolver un montón de cosas que nos pasan en Cáritas diocesana, en las Cáritas parroquiales por la demanda. Hay demandas grandes que no aflojan porque no afloja la crisis que tenemos”.
Respecto a si existe asistencia, dijo: “Hay mucha ayuda social, también es cierto, pero está muy descontrolada. No siempre llega al que más necesita. A veces no está bien distribuida. Entonces creo que también en la Argentina somos muy desordenados”.
Incluso contó que hay líneas de trabajo con el Estado pero, aclaró, “sin mezclar las cuestiones partidarias”.
Reconoció que tiene un muy buen diálogo con el gobernador Herrera Ahuad a quien llama “para solucionar temas puntuales. Sobre todo ligado a la salud siempre han respondido con ligereza, eso hay que valorarlo porque, a veces, hay áreas del Estado que funcionan muy mal, que son muy ineficientes y se hace muy difícil”.
Contó dos ejemplos de “los malos funcionarios”: “A veces he planteado cosas de fácil solución que a uno le asombra que no se solucionen, que pasa el tiempo y uno se pregunta cómo puede ser que no solucionen. Hay varias Unidades Penales donde nos preguntan a Cáritas si podemos ayudar con pintura. En la UP de Mujeres hay una interna que dio a luz y no puede amamantar por razones de salud. Entonces nosotros colaboramos con ella con la leche maternizada y pañales. Le pregunté a la Directora por qué Salud no podía hacerse cargo, que es de fácil solución. Pero bueno, desde Cáritas nos hacemos cargo”.
La otra, sucedió en la Unidad de Inimputables: “por los problemas psiquiátricos a los internos la ropa les dura poco y se ensucia mucho y necesitaban un lavarropas y les compramos uno con un secarropas. Digo: son cosas pequeñas de poco presupuesto, que solucionan grandes problemas”.
Recordó: “El Gobernador me invitó una vez a una recorrida por las unidades penales y le fui diciendo lo que creía que había que solucionar y, a veces, entiendo que no se resuelven por burocracia. Pero habiendo tantos funcionarios, justamente un tema que lo hablé con el Gobernador, pasa que él mismo tiene que estar dando solución a los temas cuando la respuesta debería estar en otro eslabón de la cadena y no en una autoridad máxima”.
Intimidado por sus dichos públicos
Reconocido por su frontalidad, el padre Alberto Barros debió soportar las consecuencias de intimidaciones, donde nunca se conocieron los responsables de los mismos y los hechos quedaron impunes.
En la entrevista con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, el sacerdote recordó: “He dicho cosas públicas con el tema de la corrupción, cuando hubo hechos públicos que implicaban a algún funcionario en estos últimos años -tanto a nivel provincial como a nivel nacional- también muchos ligados al tema drogas, afirmaciones que hacía algún funcionario. Recuerdo una vez que alguien en el Ministerio de Gobierno decía que acá no hay problemas de droga porque es una provincia de paso y que acá no hay consumo. Obviamente esa frase que fue pública también la enfrenté públicamente al decir que era una mentira y que este señor era un irresponsable”.
Se lamentó que ello “me valió varios dolores de cabeza. Tres veces tuve intimidaciones en la Sagrada Familia, que fueron cosas que hablé con jefes de Policía, con el Ministro de Gobierno. Que también se lo cuestioné porque me dijeron ‘vamos a llegar a las últimas consecuencias. Se va a aclarar todo’. Nunca jamás, por supuesto, ninguna aclaración de nada. Son cuatro hechos de este tipo (tres en Sagrada Familia y uno en Cáritas), todos con la misma modalidad de entrar sin tocar nada, sin llevarse nada con el fin de demostrar que entraban cuando querían y revolvían todo”.
Reveló que cada vez que le tocaba ir a los despachos públicos ante estos lamentables y repudiables sucesos, “yo le decía al Ministro de Gobierno que me llamaba la atención que usted nunca podrá resolver nada y él me decía que tenga en cuenta que no todo acto de inseguridad se resuelve. Pero en mi caso digo: cuatro hechos muy llamativos y ninguno se solucionó, tienen cero por ciento de eficacia. Es un poco llamativo. Por lo menos alguno podría haber clarificado. Esas cosas también las digo”.
Año electoral
El sacerdote Alberto Barros hizo un llamado a los candidatos y su “motivación” para presentarse. “Si es la deshonestidad, el egoísmo, el orgullo, la soberbia personal que es un problema argentino los egos fatales, les digo no te presentes hermano o hermana y dejale el lugar a otra persona que quiera vivir bien la política”.
Pidió que “la motivación sea trabajar por el bien común, que marque siempre la honradez, la justicia, buscar la verdad, que tenga creatividad, que tenga capacidad también de pensar grandes proyectos para la política”.
“A veces llegan a un cargo y dicen ‘bueno, ya estoy cómodo. Meto a todos mis parientes a trabajar conmigo, reparto prebendas y me quedo cómodo en mi despacho y dejo de preocuparme por la gente’. Empiezan a pensar en qué ventajita puede sacar. Y eso es lo peor, la peor cara de la política. Pero que pasa también, así como tenemos buenos políticos”, sostuvo Alberto Barros.