Natalia Pino Roldán es psicóloga desde hace 15 años y durante toda su trayectoria estuvo abocada de lleno a ayudar a víctimas de violencia de género y abuso sexual infantil, posee innumerables capacitaciones y especializaciones en la temática, también tuvo intervención en el libro “Ecos del Horror” que devela relatos y testimonios de adultos que sufrieron abuso sexual en su infancia y formó parte del equipo de asistencia de la Línea 137.
Con una taza de té en mano, se tomó unos minutos en su labor diaria y recibió al equipo de PRIMERA EDICIÓN para repasar un poco su carrera e inaugurar este espacio que el Diario dedicará durante todo marzo a “Mujeres que inspiran”, en el marco del Mes de la Mujer.
Su vocación quizás nació de su hogar, más precisamente de su mamá, que según ella misma lo cuenta siempre buscó ayudar a sus amigas y a las mujeres que atravesaban una situación de violencia. “Sin conocer el feminismo, se ejerció en mi casa junto con la sororidad, supongo que eso me llevó a los caminos que hoy recorro”, explicó.
Cuando inició su especialización en Salud Mental, fue jefa de residentes en el Hospital Carrillo y allí conoció muchos casos de mujeres que tenían depresión debido a que sufrieron agresión o abuso durante su infancia, lo que despertó su interés por ayudar a personas de su mismo sexo a salir adelante.
“Tirando curriculum”, como describe ella, llegó a trabajar en la Línea 137 que fue uno de los lugares en los que más contacto tuvo con casos que la marcaron y reafirmaron su idea en la lucha contra la violencia de género y el abuso sexual. Durante seis años que formó parque del equipo, en todos los casos en los que ha intervenido ha notado lo mucho que se ha avanzado en la provincia sobre el tema, pero afirma que todavía queda un largo camino por recorrer y mucho por hacer.
“Se han desplegado muchas políticas públicas en los últimos años, Misiones es vanguardia en muchas de las leyes que se implementan, por ejemplo, la pensión graciable para víctimas de abuso sexual es la única provincia que tiene una ley así, a la vez tenemos muchísimos casos, lo que hay ahora es la posibilidad de denunciar”, compartió. A su vez dijo que eso lo ven en la práctica cuando hay mujeres que llevan 30 o 35 años de matrimonio y se dan cuenta de que se encuentran en una relación violenta de larga data.
Reveló que a lo largo de los años ha tenido muchos casos que “la han marcado” y que, si bien se les enseña a los psicólogos a mantener un encuadre, cada noche antes de dormir recuerda cada uno de ellos sobre todo los que aún hoy continúan en tratamiento. “Mi trabajo no termina en la sesión, uno está toda la semana pensando en el paciente, en qué herramienta brindarle que le aporte calidad de vida”, señaló.
Otro de los puntos claves en los que ayuda a sus pacientes es la autoestima, ya que asegura que hoy en día las mujeres son sometidas a cánones de belleza inalcanzables, a la negación del paso del tiempo, al ideal de un cuerpo inexistente porque considera que es la raíz de todo y que cuando una llega a una relación es lo primero que usa un agresor a su favor.
Abuso sexual infantil: una problemática con mucho por trabajar
En cuanto a abuso sexual infantil, asegura que se ha hablado bastante en las escuelas y se hacen muchas intervenciones, pero no es suficiente con hacerlo una vez por año, hay que trabajar mucho más con los niños enseñándoles la autonomía corporal y cuáles son sus derechos. “La cuestión de abuso y violencia de género no tiene que quedar en la charlita, a veces tienen una o dos charlas anuales y apuntamos a que sean disciplinas transversales”, indicó.
Además, resaltó que por estadísticas que cada vez que se da una charla de educación sexual a niños, desde el jardín incluso, hay denuncias. “El niño que escucha a una profesional o una docente que las partes íntimas no saben ser tocadas por cualquier persona o dañadas, en ese momento pueden identificar que esto que les está pasando y que les genera tanta angustia no es normal comienzan a pedir ayuda, por eso es tan necesario”.
La profesional hizo hincapié que es muy importante inculcar a los más pequeños que se merecen amor y respeto. “Si a los niños y niñas no les enseñamos lo que es un buen trato, no los tratamos con amor, crecen en hogares con violencia y seguramente en la adultez estos lugares le son familiares”, afirmó.

El rol de ser psicóloga y mujer
Haciendo un repaso por su trayectoria como psicóloga, manifestó que en su trabajo nunca se sintió discriminada por su genero a pesar de haber compartido el espacio con muchos hombres. “Me han respetado siempre por mi formación, en mis 15 años nunca he dejado de formarme y siempre me he parado con plena seguridad en lo que hago”.
Por otro lado, en lo personal mencionó que recuerda haber estado en una situación de violencia en un noviazgo hace muchos años: “Sí me tocó vivir una relación en mis épocas de estudiante de agresión verbal y sometimiento, colocada en un lugar de desigualdad y de sentirme no suficiente, así que también he aprendido y me sirvió muchísimo, porque a veces vivirlo en carne propia te permite colocarte desde otro lugar”.
Las mujeres están llenas de mandatos que se traspasan de generación en generación, si bien a lo largo del tiempo se han ido modificando, las niñas traen consigo los miedos y las batallas libradas por sus antepasados, por eso la pregunta a Natalia fue la siguiente:
Un poco emocionada y recordando un poco del camino recorrido responde: “Primero la alentaría a soñar en grande como lo hizo siempre, tuve la suerte de tener una familia que me ha brindado muchas posibilidades y considero que nuestra cárcel está en nuestra mente, le diría que no sea tan autoexigente que se puede tomar otros tiempos sin autoexigirse tanto”, cerró.
Como una figura de mujeres que inspiran a otras mujeres, Natalia quiso compartir una de sus frases favoritas para todas aquellas que tienen miedo o se sienten que no son suficientemente buenas en lo que hacen: “Nuestro miedo más profundo como mujeres no es el de ser inapropiadas, sino que nuestro miedo más profundo es que somos poderosas sin límites”.