Marcos Altamirano es un profesor de baile que hace poco más de un año vio como su vida dio un giro de 180 grados. En diciembre del 2021 tuvo un accidente y como consecuencia de las lesiones, sufrió en enero de 2022 la amputación de la pierna derecha.
A pesar de la dificultad que le dejó ese hecho, Marcos jamás se dejó vencer y hoy en día continúa dedicándose a lo que más lo apasiona: la danza. “Al día de hoy sigo dando las clases, más allá de que obviamente cuesta muchísimo más, pero la idea es tratar, dentro de lo posible, poder llegar a lo que era“, contó en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones.
En su paso por la radio de PRIMERA EDICIÓN, recordó cómo empezó su amor por el baile a los 18 años. “Empecé como empieza la mayoría de los alumnos, para conocer gente, hacer amigos y aprender a bailar. A raíz de esto me gustó y tuve la posibilidad más de grande, a los 30, de empezar a dar clases acá (en Posadas)“.
Actualmente brinda clases de salsa cubana, kizomba, o bachata de lunes a jueves en el Sindicato de Canillitas (3 de Febrero 1598). Asimismo, también comparte tutoriales de baile a través de las redes sociales de la academia: Déjate Llevar Posadas.
Los interesados en sumarse pueden contactarse con él a través de su cuenta persona de Facebook: Marcos Altamirano, o mediante el teléfono 3764-875774
Para Altamirano “cualquiera puede bailar“, y pone su situación personal como el mejor ejemplo de ello, “yo estoy en una sola pierna, con una prótesis, y estoy dando clases. Me cuesta y todo, pero si yo puedo bailar cualquier persona puede hacerlo“, afirmó.
En busca de una nueva prótesis
Marcos debe someterse este lunes a una nueva operación y necesitará de una nueva prótesis. “Todas las prótesis son hechas a medida, por ende cuando a mí me amputen de vuelta, o sea me recorten el hueso, me tienen que hacer otro cono de enchufe, porque voy a tener otro formato de muñón“, explicó.
A raíz de esto se esperanza con poder conseguir una prótesis con otro tipo de “enganche” a la pierna y principalmente “con un pie que sea más acorde para lo que es el baile“.
De conseguirla, se acercará más a su sueño de poder volver a participar en competencias de baile. “Me gustaría, más que por reconocimiento para demostrar que se puede. Hay mucha gente que está en mi situación y se re deprime, incluso yo intenté hacer un montón de cosas al principio y era darme la cabeza contra la pared, porque eran prácticamente imposibles”
Recordó que lo mismo le ocurría con la danza: “Tener la técnica y no tener la capacidad de hacerlo es frustrante, algo que uno ya sabe, que ya lo tenía súper claro, querer hacerlo y no poder, que se te trabe la rodilla, que se te salga la prótesis… uno de tiende a bajar los brazos, entonces costó un montón, que yo pueda girar de vuelta, me costó un montón“.
Afortunadamente, en ese duro momento de su vida encontró un sostén en quien era su pareja en aquel entonces, “ella me apoyó un montón, fue la que me ayudó a sobrellevar todo lo del accidente y sobre todo el dolor después de la amputación”
Ahora destaca que todo ese proceso le dejó una valiosa enseñanza de vida: “Creo que más allá de todo hay que seguir adelante, más que nada por uno, porque uno tiene que estar bien consigo mismo si quiere estar bien con los demás, para estar bien con mis hijos, con mis alumnos“, reflexionó.
La realidad de los discapacitados
Por otra parte, Altamirano recordó como luego de la amputación le acercaron una silla de ruedas para que pudiera movilizarse, al menos durante los primeros tiempos. “El área de Discapacidad me trajo una silla de ruedas, pero no la pude usar, porque las calles están muy mal como para poder usarse“, se lamentó.
“En el centro (siempre hablando de Posadas) no pudimos hacer cinco cuadras que tuve que empezar con las muletas. Las bajadas de silla de ruedas parecen que están bien, pero bajas y quedas clavado ahí, y tenes que tener mucha fuerza del otro lado (quien empuja) para poder subir“.
“Fuera del centro es peor, ya que cuesta caminar con prótesis en las veredas, al tener todas distintas alturas“, continuó.
Lo mismo le ocurre hasta el día de hoy con el transporte público, “no sé que voy a hacer ahora con muletas (recordando que se vuelve a operar el lunes), porque no todos los colectivos están hechos para personas con discapacidad”, y aquellos que sí tienen rampas “aparece uno cada muerte de obispo… no puedo estar tres horas esperando un colectivo“.