El cuerpo y la mente están tan conectados que se inciden mutuamente. Una emoción negativa o positiva la manifestamos con expresiones gestuales o corporales.
Es por eso que les propongo un ejercicio inverso.
Hagamos gestos positivos para transmitir a nuestro cerebro esta información y transformarla en emociones positivas. Sonríe, aunque no sientas ganas. Abraza, aunque no tengas ganas. Párate derecho cuando estés decaído, camina erguido cuando te sientas inseguro. Levanta el mentón cuando te sientas humillado o avergonzado.
Ahora, haz un círculo con tus dedos índice y pulgar. Haz lo mismo con la otra mano y entrelaza los círculos. Piensa en alguien que te caiga muy pero muy bien o a quien ames, y tira con fuerza las manos para separar los círculos. Difícil ¿no?
Ahora piensa en alguien que te caiga muy pero muy mal y trata de separar los círculos. ¿Más fácil? Algo tan simple con un pensamiento afecta la cantidad de presión que hacen tus músculos. Por eso, no desestimes la fuerza poderosa que posees sobre tu vida, “tu mente”.
¿Quieres olvidar a alguien? Haz los círculos entrelazados y piensa en esa persona. Ahora tira intentando separar los círculos. Cuando notes que se pone difícil hacerlo, pon voluntad y sepáralos de todos modos.
Repite el ejercicio antes de dormir 3 veces durante siete días y después me contás los resultados.
Con amor.