Vecinos y comerciantes de El Palomar de Posadas ya no ocultan su malestar y miedo por los constantes hechos de inseguridad que se registran en el tradicional barrio. El pico de bronca se registró el fin de semana pasado con el robo de absolutamente toda la mercadería a una mujer que invirtió sus ahorros de tres millones de pesos en ropería y alquilar un local sobre la avenida Mitre.
PRIMERA EDICIÓN recorrió la zona y recogió testimonios coincidentes que resumen hartazgo y pocas expectativas para que la situación cambie en los próximos días. “Hay mucha inseguridad, las calles tienen poca iluminación”, relató el propietario de una lavandería.
Otros comerciantes relataron sus inquietudes, fundamentalmente entre las calles Barrufaldi, Líbano, Estado de Israel y Pedro Méndez, avenida Mitre, Rademacher y Uruguay.
Javier (45), propietario de una lavandería contó que hace unos meses sufrió un asalto en su local. “Entró un hombre, amenazó a la empleada y se llevó lo que había en la caja. Por suerte no le hizo nada a ella pero ocurrió en pleno mediodía. Suponemos que fue una de las personas que se juntan sobre la avenida Mitre a limpiar vidrios y hacer malabares porque hasta dejó un envase con detergente y el escurridor. Hasta hoy no supimos nada sobre la investigación”.
Consideró que “no hay dudas que hace falta más presencia policial. Un tiempo atrás hubo, sobre todo cuando se registraron algunos hechos más graves como la muerte de la joven estudiante (referencia para el caso Lucía Maidana en 2013) pero hoy ya no hay tantos policías en la calle”, aseguró.
También dejó en claro que además de hechos de inseguridad hay mucho vandalismo por la zona, “rayan los automóviles, rompen los vidrios de los comercios y casas, además de que pintan las paredes sin problemas”.
Una joven de 22 años, encargada de la atención al público de una conocida fábrica de pastas, admitió que hay robos menores y debieron reforzar la seguridad de las puertas con más rejas y cámaras de seguridad. “Hasta el momento, entraron acá a robar comida y cosas menores, por suerte. Pero escuché que a vecinos le pasaron cosas peores”.
“Hace más de veinte años que estamos acá y los robos se volvieron rutina. Muchos estudiantes residen en los alrededores y son víctimas, circulan por la noche y después de cierta hora algunas zonas son oscuras, lo que facilita que los delincuentes se lleven todo lo que tengan a mano”.
Otro comerciante de 65 años, propietario de una veterinaria sobre la avenida Mitre, a pocos a metros de la boutique desvalijada durante la madrugada del domingo, remarcó que “hay casos de robos. Entran en los comercios y se llevan lo que pueden. Se mejoró algo con las cámaras de cada vecino y que cada uno se conectó a un grupo de alerta, como ocurre creo en todos los barrios posadeños”.
“Acá la mayoría tiene rejas colocadas y de noche no se ve movimiento. Hay lugares donde pasaron cosas graves, hasta casos de abusos sexuales”.
Una empresaria ligada a varios rubros comerciales como remises y hotelería, quien también prefirió el anonimato, fue contundente: “Después de las 22 o 23, es una boca de lobo la zona. No es por estigmatizar, pero frecuentan muchas personas en situación de calle, que limpian vidrios y malabaristas o artistas callejeros como le dicen y se repiten los hechos vandálicos también. Con lo que le pasó a la familia que le robaron toda la ropa el fin de semana pasado, quedamos todos alertas. Hay más cámaras en negocios o casas pero creo que hace falta mayor presencia y respuesta policial”.
Agregó que “es una zona que siempre fue de estudiantes, pero últimamente y por necesidad, ya se buscan alquileres más lejos para abaratar costos y salen tarde de las facultades y eso de alguna manera los pone en peligro porque hay chicas que andan solas por la calle”.
“Por las dudas”
Otra comerciante, en este caso dedicada a la ropa deportiva, contó que abrió “hace dos años” su local y que la mayoría de los comerciantes trabajan enrejados. “Yo no atiendo con la puerta abierta, solo clientes conocidos y previa consulta. Hasta gas pimienta tengo a mano, por las dudas”.
Las consultas de este Diario se extendieron a Liliana, la propietaria de la ropería robada quien dijo que está intentando “volver a empezar. Se llevaron todo, hasta la mercadería comprada recientemente y que aún no habíamos abierto las bolsas y clasificado. Es muy duro, pero tenemos que salir adelante. Resulta llamativo que con tanta naturalidad hayan cargado todo y escaparan sin apuro”.
“No puedo hacer el cálculo preciso todavía, pero seguro fueron tres millones de pesos en ropa, incluido sábanas y prendas que prácticamente son de la temporada que se viene, otoño e invierno, que no la que teníamos exhibida”.