Aunque la lista podría ampliarse, ya son dieciséis las provincias que decidieron separar las elecciones locales de las nacionales, un fuerte síntoma de la debilidad que hace tiempo exhibe la administración nacional y un fuerte indicio de las diferencias entre el centro y las periferias.
Aquella vieja y larga costumbre de la dirigencia de desanclar o fusionar comicios dependiendo del estado de las cosas, suma ahora el condimento del descontento, un elemento que termina por acelerar la toma de decisiones, es decir, el ejercicio de la autonomía.
Y es que la Presidencia lejos está de ofrecer soluciones a los distritos, por el contrario, pide mucho más de lo que puede dar y los resultados de esa relación quedan a la vista en el calendario eleccionario de este año. Misiones, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis, Tierra del Fuego y Chubut son algunos claros ejemplos de la disociación que se produce entre los distritos y la Nación… la política comienza a ser local.
Este nuevo escenario redistribuye los factores de poder y cambia el paradigma que comienza en el centro y termina en las periferias ofreciendo como resultado una suerte de paritaria política.
El quorum legislativo, por nombrar un ejemplo, se erige como un elemento de negociación. La caja ya no decanta la toma de decisiones porque, al fin y al cabo, queda poco y nada para repartir.
Y quien gane las elecciones presidenciales tendrá mucho más en la columna del debe que en la del haber. Esa será la dinámica que deberá administrar la persona que resulte elegida para gobernar Argentina hasta fines de 2027.
El panorama económico, social y político es altamente desafiante. La crisis no deja de sumar capítulos y a diario crecen las cifras de pobreza, indigencia y trabajadores cuyos salarios se quedan cortos.
Argentina, un país acostumbrado a los presidencialismos fuertes y contundentes, entrará a una nueva etapa con la próxima gestión, una que deberá caracterizarse por la negociación permanente y por la búsqueda constante del equilibrio con las provincias.
Se impone la necesidad de desarrollar una paritaria política.