Este domingo celebramos la entrada triunfal de Jesús al templo de Jerusalén que nos acerca a un Jesús humilde y cercano a la gente sencilla y necesitada. Llega el Rey que trae la esperanza para el pueblo.
Con la celebración del domingo de Ramos, damos comienzo a la Semana Santa que es la conmemoración anual más significativa para los cristianos, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret.
Esta celebración es una oportunidad para abrir el corazón a Dios en nuestras vidas, especialmente en medio de tantas situaciones adversas que nos toca enfrentar, reconociendo y reviviendo la presencia real de nuestro Dios que nos salva y nunca nos deja solos.
La entrada triunfal de Jesús al templo de Jerusalén y la bienvenida que le da el pueblo, nos invita hoy a cada uno de nosotros a abrir las puertas de nuestro corazón, nuestros hogares y de nuestras comunidades a la gracia de la fe en Dios. De allí la importancia de celebrar juntos, la fiesta de la presencia de Cristo que, con la bendición de ramos, nos enriquece y llena de la presencia de Dios.
Los ramos que bendecimos en la celebración, es símbolo de vida y resurrección. El ramo es portador de bien y representa la victoria de Cristo, con la que adornamos los crucifijos, dándole la bienvenida a Jesús resucitado a cada uno de nuestros hogares.
Renovamos nuestra esperanza en la salvación que nos viene del mismo Dios que murió y resucitó, y es el camino que nos toca transitar como hombres y mujeres de fe.
El domingo de Ramos nos presenta al mismo Jesús, que aun teniendo a la vista su pasión y sufrimiento, siembra esperanza en el pueblo, por la confianza que recibe del cuidado y la protección de su Padre Celestial, que nunca lo abandona. Con Cristo, fortalecemos el amor que se alimenta de la fe y la confianza en Dios. Es la certeza que nos mantiene firmes frente a las dificultades y cruces de cada día.
La entrada triunfal de Cristo, es el triunfo del amor y la esperanza. Dios vence toda cruz. En este día proclamemos a Jesús, como rey y centro de nuestras vidas, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero, aceptándolo como el gran amigo que siempre está a nuestro lado. Nos llama a seguirlo con fe y confianza, para recorrer su camino de amor, servicio y aceptar las cruces de la vida, para resucitar con Él.
La Semana Santa nos invita a centrarnos en el amor de Dios. Un amor que nos envuelve con la presencia viva de Jesús, que nos muestra el camino de la cruz, como manera de alcanzar la gloria. Él nos regala la certeza de su compañía en nuestros dolores, sufrimientos y su resurrección es la convicción de nuestra victoria final junto a Él. Aun en medio de tantas adversidades de la vida, la presencia de Cristo Rey en nuestra vida nos recuerda que el verdadero cristiano no puede ser pesimista, sino que debe vivir la esperanza, engendrar la esperanza y difundir la sana esperanza.
Los animo a recibir con glorias y alabanzas al Rey de la esperanza y significar la Semana Santa que se aproxima, desde la fe y la confianza en el amor de Dios que nos involucra. No dejemos pasar esta oportunidad y vayamos a compartir la fe en comunidad, participando de las celebraciones litúrgicas, las que nos permitirán vivir desde la Palabra de Dios esta semana transcendental para la vida del cristiano y poder resucitar con Jesús a una vida nueva.