Hoy vamos a compartir esta lectura de arte junto a Liliana Baez, docente de alma y corazón, profe de arte, el que enseña a sus alumnos y el que comparte en el taller. Lili pinta para sí misma, o para algún ser querido. Le cuesta vender sus obras porque no quiere desprenderse de ellas, cuando las termina las ama tanto que al final se quedan en su propia pared.
Pintar un cuadro es una expresión artística que pocos se atreven a desarrollar, pero puede ser un talento innato que desconocemos de nosotros mismos.

La pintura es una de las formas de expresión más antiguas que hay. Aunque no todo el mundo nace con un talento específico, podríamos decir que cualquier persona puede pintar. Cada uno tiene su propio estilo y forma de expresarse, algo que puede gustar más o menos. A pesar de ello, cada persona que pinta, considera a sus cuadros como algo especial.
Algunas personas regalan sus cuadros, otras pueden incluso hasta venderlos o quedárselos para sí. Para pintar hay que tener cierta base de conocimientos para que el cuadro tenga cierta coherencia. No es necesario estudiar libros de teoría, aunque como cuando aprendemos a dibujar, es recomendable practicar.
Lo primero que hay que hacer es comenzar por lo más simple. Por ello, si se es principiante, lo más recomendable es comenzar con temas sencillos. Uno de ellos son las naturalezas muertas, con lo que podremos ir practicando poco a poco. A medida que vayamos teniendo más destreza podremos abordar temas más complejos como paisajes o incluso retratos.
Si se tiene una fotografía, podremos trabajar sin obligaciones de tiempo. Además si no se sabe dibujar, se puede hacer una ampliación de la foto y calcar el modelo en el soporte que vayamos a usar. En este caso podemos calcarlo con carboncillo sobre lienzo, lo que nos permitirá adquirir un buen conocimiento.
La composición del cuadro
Una vez se haya elegido el tema que se desea pintar hay que preparar la composición del cuadro. Hacer un dibujo previo antes de ponerse manos a la obra con el óleo, es algo necesario especialmente para principiantes.
El siguiente paso es ir aplicando el color mediante superposición de capas. Lo recomendable es comenzar por zonas de luces y sombras. Se deben rellenar amplias zonas de color y posteriormente ir trabajando poco a poco. Superpondremos las capas de colores, cada vez más intensos.
Recuerda que hay una regla de oro a la hora de pintar al óleo, pintar “graso sobre magro”. Es decir, cada capa que superponemos debe ser más rica en aceite que la anterior. Por eso se recomienda diluir mucho las primeras capas y menos las posteriores. No hay que pintar si la capa de pintura no está completamente seca antes de pintar la siguiente. Si no lo hacemos, el resultado puede ser un desastre.
Sobre todo si no se tiene la experiencia suficiente.
Otra técnica es la que se conoce como “Alla prima”, aunque la usan pintores más experimentados. Se usa al aire libre o con un modelo para poder captar la espontaneidad de una escena. Esto permite acabar el cuadro en una única sesión dado que la capa de color se aplica sobre la anterior todavía fresca.
En esta última fase es donde se lleva a cabo el auténtico trabajo del pintor. Se trabaja dándole toques ligeros, trabajar en los detalles.
Es muy importante no ir con prisa, se aprende sobre la marcha, poco a poco. Hay que preocuparse por cuidar los detalles, las luces, las sombras, etc. Además, a la hora de hacer cualquier clase de modificación se debe hacer con calma para que todo salga como esperamos. Una vez hecho todo esto, ya solo queda firmar el cuadro y colgarlo, regalarlo o si tenemos suerte, venderlo.